Entonces… ¿Intuís de qué va a ir el post de hoy? ¿Os gustaría saberlo? ¿Estáis hartos de mis preguntas retóricas? Si las respuestas son respectivamente “No”, “Sí” y “Me estoy cabreando”, este es vuestro post.
Hace un par de semanas recibí la propuesta indecente de participar en una prueba de la Copa del Mundo de escalada, la de Barcelona. ¿Quién? ¿Yo? ¿Copa del Mundo? ¿Participar? ¿Barcelona? ¿Escalada? ¿Do, re, mi? ¿Un, dos, tres? ¿Probando, probando? Así estuve, largo y tendido, ante el correo electrónico hasta que conseguí sosegarme y responder con cierta coherencia. Contesté rápidamente que sí a todo, por si cambiaban de opinión, y me olvidé por completo del tema pues a tan pocos días vista del evento poca cosa podía hacer más que pasar el rosario pidiendo un milagro o contratar a la mafia rusa para materializarlo. La cuenta atrás comenzaba: 10, 9, 8, 7…
6. Jueves
En la entrega de trofeos de la Copa Catalana (dificultad y bloque) varios amigos intentaron presionarme maliciosamente con frases del tipo “Te vas a codear con las más máquinas; Ya verás qué viotes; Esperamos mucho de ti, no nos defraudes” a lo cual respondí contundentemente atragantándome con pizza. Aunque se les escapaba la risa a esa panda de traidores, a mi me entró un miedo acojonante y, claro, esa noche soñé que Mina Markovic me lanzaba agresivamente su bolsa de magnesio.
Haciendo acopio de trofeos con Mariona Burgada para protegerme de mis pesadillas. Fotos: Jaume Oliveras
5. Viernes
Sé que voy a estar sola con los machotes del equipo de la selección. Me hubiese gustado tener alguna otra compañera de selección menos peluda: unas no han podido y otras no han querido. Creo que gracias a tanta renuncia femenina me tocó la lotería a mí, entonces…mejor me muerdo la lengua.
4. Sábado temprano
Esta mañana tenía que salir de dudas, ponerme a prueba a mi misma, observarme, observarles, observarnos e intentar aprender algo de tanta observación. Así que he ido al Pabellón de la Mar Bella y ahí me he encontrado con todo el equipo, más majos ellos. Me han ayudado hasta a visualizar bien la vía. Siempre se agradecen los billetes de 500 euros o, en su defecto, las palabras amables y los consejos.
3. Ya no tan temprano (más cerca del presente, creo que cambio el tiempo verbal)
En el rocódromo podemos tocar las primeras presas de las vías y luego nos enchufan repetidamente unos vídeos con los equipadores escalándolas.
Veo a muchas competidoras concentradas escuchando música (o a lo mejor disimulan) con cascos de moda. Veo peinados raros. Veo un perro. Toco al perro. Es La Hora.
2. La Hora
Salgo segunda así que miro como un búho a la primera competidora. Ni pestañeo y me fijo tanto que no sé si la tía encadena o no pero me entra lagrimeo. Cuando me toca a mí estoy más emocionada que nerviosa: estas cosas no pasan cada día, vete tú a saber si podré volver a competir en una prueba internacional. Caigo a media vía rígida como un fiambre.
Ahora toca descansar y visualizar bien la segunda vía para cuando sea El Momento.
Primera vía. Como los niños, si el de al lado levanta la pata derecha yo igual. Foto: Climbing Dyreco
1. El Momento
Subo más relajada y caigo en la última chapa. Lucho la vía y la disfruto mucho más de lo habitual. En cualquier caso, ya están los resultados y, aun no siendo la última clasificada de cada vía, quedo última. Y esto es posible gracias a una ecuación (mira que lo tengo dicho: odio el álgebra) que relaciona dificultad y puntuación de cada vía para fastidiar al más débil.
0. Momentazo
Esto es ahora, que estoy tapadita con la manta, recordando todo lo que ha sucedido hoy. Disfrutando relajada de la experiencia con un té humeante que me invita a soñar (espacio patrocinado por Hornimans). A soñar, no con objetos volantes lanzados por competidoras, sino con lo que pudo ser y no fue, lo que podrá ser y será, lo que podrá ser y no será y lo que no podrá ser y no será. Y cuando digo que no es no. ¿Ein?
Hace un par de semanas recibí la propuesta indecente de participar en una prueba de la Copa del Mundo de escalada, la de Barcelona. ¿Quién? ¿Yo? ¿Copa del Mundo? ¿Participar? ¿Barcelona? ¿Escalada? ¿Do, re, mi? ¿Un, dos, tres? ¿Probando, probando? Así estuve, largo y tendido, ante el correo electrónico hasta que conseguí sosegarme y responder con cierta coherencia. Contesté rápidamente que sí a todo, por si cambiaban de opinión, y me olvidé por completo del tema pues a tan pocos días vista del evento poca cosa podía hacer más que pasar el rosario pidiendo un milagro o contratar a la mafia rusa para materializarlo. La cuenta atrás comenzaba: 10, 9, 8, 7…
6. Jueves
En la entrega de trofeos de la Copa Catalana (dificultad y bloque) varios amigos intentaron presionarme maliciosamente con frases del tipo “Te vas a codear con las más máquinas; Ya verás qué viotes; Esperamos mucho de ti, no nos defraudes” a lo cual respondí contundentemente atragantándome con pizza. Aunque se les escapaba la risa a esa panda de traidores, a mi me entró un miedo acojonante y, claro, esa noche soñé que Mina Markovic me lanzaba agresivamente su bolsa de magnesio.
Haciendo acopio de trofeos con Mariona Burgada para protegerme de mis pesadillas. Fotos: Jaume Oliveras
5. Viernes
Sé que voy a estar sola con los machotes del equipo de la selección. Me hubiese gustado tener alguna otra compañera de selección menos peluda: unas no han podido y otras no han querido. Creo que gracias a tanta renuncia femenina me tocó la lotería a mí, entonces…mejor me muerdo la lengua.
4. Sábado temprano
Esta mañana tenía que salir de dudas, ponerme a prueba a mi misma, observarme, observarles, observarnos e intentar aprender algo de tanta observación. Así que he ido al Pabellón de la Mar Bella y ahí me he encontrado con todo el equipo, más majos ellos. Me han ayudado hasta a visualizar bien la vía. Siempre se agradecen los billetes de 500 euros o, en su defecto, las palabras amables y los consejos.
3. Ya no tan temprano (más cerca del presente, creo que cambio el tiempo verbal)
En el rocódromo podemos tocar las primeras presas de las vías y luego nos enchufan repetidamente unos vídeos con los equipadores escalándolas.
Veo a muchas competidoras concentradas escuchando música (o a lo mejor disimulan) con cascos de moda. Veo peinados raros. Veo un perro. Toco al perro. Es La Hora.
2. La Hora
Salgo segunda así que miro como un búho a la primera competidora. Ni pestañeo y me fijo tanto que no sé si la tía encadena o no pero me entra lagrimeo. Cuando me toca a mí estoy más emocionada que nerviosa: estas cosas no pasan cada día, vete tú a saber si podré volver a competir en una prueba internacional. Caigo a media vía rígida como un fiambre.
Ahora toca descansar y visualizar bien la segunda vía para cuando sea El Momento.
Primera vía. Como los niños, si el de al lado levanta la pata derecha yo igual. Foto: Climbing Dyreco
1. El Momento
Subo más relajada y caigo en la última chapa. Lucho la vía y la disfruto mucho más de lo habitual. En cualquier caso, ya están los resultados y, aun no siendo la última clasificada de cada vía, quedo última. Y esto es posible gracias a una ecuación (mira que lo tengo dicho: odio el álgebra) que relaciona dificultad y puntuación de cada vía para fastidiar al más débil.
0. Momentazo
Esto es ahora, que estoy tapadita con la manta, recordando todo lo que ha sucedido hoy. Disfrutando relajada de la experiencia con un té humeante que me invita a soñar (espacio patrocinado por Hornimans). A soñar, no con objetos volantes lanzados por competidoras, sino con lo que pudo ser y no fue, lo que podrá ser y será, lo que podrá ser y no será y lo que no podrá ser y no será. Y cuando digo que no es no. ¿Ein?