Hoy estoy contenta. Cada vez quedan menos trabajos por entregar y menos compes por participar. Y, entonces ¿por qué he vuelto a estudiar y a competir si no paro de lamentarme? Dejando de lado que una es quejica por vicio, en realidad me encanta meterme en líos, sobre todo antes, al planificarlo, y después, al ver el resultado. Aunque cuando estoy en medio del meollo académico-deportivo me fastidia, sé que el aprendizaje del camino repercute en algo positivo (dejadme pensar así, cojona).
Ni que sea por contraste, cuando tenga el primer fin de semana libre de competiciones, trabajos y culpas, lo disfrutaré al máximo durmiendo a pierna suelta hasta las tantas, leyendo libros sin tener que subrayar ideas que no comparto (o peor, que no entiendo) y escalando sin pensar en la mitosis celular mientras chapo.
Ahora, como ya voy viendo la luz al final del túnel, mis ánimos y motivación están mejorando considerablemente. Ayer mismo se lo comentaba a Esteve al bajar de la clasica vía Correcamins (7c+ de l’Agulla del Senglar, donde, de momento, aun se puede escalar) las buenas sensaciones están retornando a mí como si me hubiese zampado una cabeza de ajos.
Otra cosa, cuelgo un par de fotos que echó Carlos, intrépido fotógrafo y mejor bombero, durante la competición de este fin de semana en Tortosa.
Para acabar, os recuerdo que este miércoles empieza el Open Bloc de la Salle. Que síiii, que aparte de quejica soy muy pesada, pero es que tengo buenas razones para serlo. Id y comprobadlo vosotros mismos.