sábado, 27 de diciembre de 2014

El último post

Cuando diciembre llega a su fin parece que nos dé a todos –a Facebook especialmente- la neura de recapitular y rememorar los instantes más significativos del ano menguante (sí, sí, hay algunas letras que no funcionan en este teclado, la eñe es una de ellas). Yo de los últimos 12 meses no voy a decir ni pío, pero sí de este último mes, en el que las reflexiones han sido abundosas (una por semana, tengo el cerebro a pleno rendimiento). Lo subtitulo así: Cosas que pienso en diciembre.

- Aforo ilimitado. Resulta que los amigos australianos que conocimos hace un lustro en Céüse volvieron al hemisferio norte y los tuvimos de nuevo en casa. Hablando de la masificación, la amiga Andrea nos cuenta que, un día antes, había 7 (siete!) escaladores que daban la vez en una vía de El Pati. Cierto, hay unas cuantas escuelas que están literalmente infestadas (Siurana, Terradets, Oliana…) y no siempre por Homo sapiens, últimamente abundan los Homo antecessor, es decir, los de Atapuerca. Ya lo dije una vez: taxe de séjour, y que al menos sirva de algo tanta gente con ganas de probar vías montadas y beber cerveza (oye, que a mí el plan este también me mola pero si somos muchos ya no).

Andrea, la amiga Australiana en Kale Borroka, una de las vías más concurridas de El Pati, Siurana. 

- Qué bella es la vista y otras escuelas locales. Lo dicho, después de constatar la declaración de Andrea decidimos ir a otros sitios menos cotizados. Uno de ellos, por ejemplo, es Can Gan Dionís, en la mismísima y abarrotada Siurana pero desierto. ¿Cómo puede ser eso? Id, escalad y entenderéis. Otro de ellos es la hogareña Paret Gran en Sant Llorenç; cuatro gatos en esta época.  Y para seguir con la búsqueda de la calma descubrimos Bellavista que está lleno de locales pero el ambiente es distendido y amable (y las vías un 10!). Estar ahí me recuerda a los primeros años de escalada, cuando íbamos a Sadernes y para comer nos preparábamos unos montaditos de escalibada, atún, queso y aceitunas (19 añitos y ya éramos unos gourmandes). Nos cascábamos una barra de pan entera y luego, ale, a escalar.

Escalar en la Paret Gran en epoca no estival siempre es un placer: no hay gente pero sí hay buen tacto.  

- La teoría de las 10.000 horas. Con la reciente afición al ajedrez me he estado preguntado cuantas horas necesitaría para mejorar mi desconcertante juego. Así que investigando he dado con esta teoría que dice que se necesitan unas 10.000 horas de práctica de cualquier actividad para convertirse en un experto. Rápidamente lo he pasado al ámbito de la escalada y he hecho unos cálculos aproximados: 7.000 horas de escalada son las que me computan a día de hoy. En cuanto me licencie, de aquí a 3.000 horas de escalada, vengo y a ver si digo algo interesante. Por el momento, os enchufo el vídeo del Open Bloc dels Bous de la Salle donde fuimos muchos los que convalidamos unas cuantas horas de práctica (dicen que las del próximo Open valdrán el doble… atención porque tamaña oferta no se podrá dejar escapar).



- Renovarse o morir. El universo bloguero está de capa caída de un tiempo a esta parte, cada vez hay menos blogs de escalada activos, menos comentarios y menos actividad en general. Facebooks, twitters, instagrams y otras redes sociales hijas del demonio tienen parte de culpa. Lo breve si bueno, dos veces breve. ¿O no era así? La cuestión es que de cara al 2015 quiero cambiar el formato de todo esto. Y cuando digo esto me refiero al blog, no al mundo cruel (a ese no hay quien lo cambie).

Feliz entrada de ano a todos!!!

jueves, 4 de diciembre de 2014

Se acerca el invierno

Título altamente cansino –pero inevitable, maldita sea- usado "a tort i a dret” por los seguidores de Juego de Tronos, los cuales nos hallamos esperando impacientemente el nuevo libro y la nueva temporada. Dejando de un lado eso, la cosa es cierta: el invierno está a la vuelta de la esquina y llegará con toda su crudeza: días cortos, fríos y…navideños.

Cuando llueve normalmente vamos al roco. Pero esta vez fuimos de espectadores al torneo de ajedrez Magistral Ciutat de Barcelona. Las neuronas absolutamente fritas y el culo absolutamente plano tras 4 horas intentando seguir la discusión de las partidas en directo.

La Navidad, el tedio del escalador. Esa época del año en que tienes vacaciones difícilmente conciliables con lo vertical. Las pocas horas de luz y el mal tiempo pueden ayudar a ello, pero lo que realmente te deja fuera de servicio son las interminables veladas familiares en las que te pones a comer como si se acabase el mundo en vez del año. 

En estas fechas tan tópicamente señaladas hay otro tema que acostumbra a repicar como campana sobre campana en la cabeza de la gente y del que yo hace tiempo que me despreocupo: los regalos. Sí, afortunadamente en nuestra familia hace años que dejamos de contar con Santa Klaus, los Reyes Magos y el Caga tió como suministradores oficiales y nos pasamos al económico mercado negro de la ofrenda: el amigo invisible. 

Este año, inspirada por mi amigo exhispter (ya no va tan barbudo) y crafter (mermeladas, licores, conservas, búlders…en serio, qué tipo más molón)  Esteve, he decidido hacer yo misma los regalos. No sé qué tipo de furia creativa me ha alcanzado pero estoy dispuesta a tejer, envasar, decorar y romper lo que se me ponga por delante. Ayer mismo hice mis pinitos intentando emular a las manos tejedoras del vídeo que os dejo aquí debajo. Parece fácil, pero al minuto ya estaba bizqueando. Para los que os apetezca adentraros en el mundo de las manualidades, echad un vistazo en la web de Handimania



Y para los que aun ni así se les ocurre qué regalar –ojo, esto solo vale para el colectivo escalador- creo que la nueva guía de Barcelona HotRock es un útil presente que actualiza, por fin, a su añosa precursora. En ella encontramos multitud de reseñas de sectores deportivos cercanos a barna y, parte interesante, cuenta con la historia de cada sitio: quién la descubrió y cuando, equipamientos y reequipamientos.


Juanan y Pedro, entre otros locales, fotografiados en Gelida para la guía Barcelona HotRock de Oriol Cañellas y Héctor Granada.

De todas formas –ahora voy a contar una intimidad familiar- las tradiciones siempre nos han resbalado un poco, así que los regalos, como las muestras de cariño, van y vienen todo el año sin ton ni son ni calendario. Por este motivo ya tengo en mi poder las tres cosas que ansiaba: la susodicha guía, un reloj-contador para el ajedrez y un (ex)rodaballo al horno. La felicidad es esto.