Aha. Esto es lo que parece, una barra de tracciones rústica (vintage, sí os mola más) made in Esteve. Además es muy versátil, tanto sirve para cavar en el huerto como para acumular series.
Pues hallábame yo colgada de tan ocurrente estructura cuando, mirando por un ventanal que hay al lado con vistas a Montserrat (podéis envidiarme ahora), pensaba en lo de siempre, en la suerte de tener tan bonita sierra a tiro de piedra. Últimamente hemos descubierto y redescubierto sectores como el solitario els Avellaners, el cómodo prohibitivo y el famoso Can Jorba. Ya lo véis, poco a poco nos vamos acercando a Sant Benet donde aun no he escalado nunca, ¡sacrilegio! Pero volviendo al tema, Montserrat es infinita y, añado emotivamente, es uno de los mejores sitios donde he podido escalar nunca; no acabo de entender porque no está más de moda (y a ver quien es el guapo que decota aquí…). Os reseño unas webs y un blog de referencia por si algún forastero se anima a gastar yema junto a la Moreneta:
Montserrat es infinita, nos queda claro, ¿eh? En cambio, la piscina, por ejemplo, es finita. Eso lo sabe mi amigo “el vejete del spa” que es como he bautizado a este cartógrafo submarino. El intrépido vejete del spa se pasa las horas sumergido recorriendo los confines de la piscina en busca de cuerpos femeninos para estudiarlos a medio metro de distancia (encima de salido, miope). Ayer mismo estábamos una chica y yo en los surtidores de chorro mirando con sorpresa al simpático tiburón que merodeaba alrededor nuestro como quien caza pulpos. Luego llegó Esteve que se puso a saludarlo bajo el agua, pero ná, la carne masculina es transparente para él. El próximo día me zambullo y le miro cara a cara como a un calamar cualquiera, a ver si se da por aludido.
El vejete del spa, creo que es él!
Y otra cosa que desgraciadamente también es finita es el Open Bloc de La Salle. Así que aprovechad los días 25 y 26 de abril para divertiros blocando descontroladamente porque lo bueno siempre se acaba.