Menuda tormenta la que cayó ayer por aquí, por no hablar del frío de la semana anterior (el cambio climático está insoportable). Cuando me fui a dormir ya daba por perdido el día de hoy pero esta mañana ha amanecido radiante y nos hemos ido a Montserrat. Al irnos acercando al emblemático macizo nos hemos dado cuenta de que había nevado. Y eso me mola: Montserrat coronado de nieve recuerda a un flan con nata y de ahí que me guste tanto (Montserrat nevado…y el flan con nata pues también).
Así que hemos empezado a andar con muy buen ánimo y mejor apetito los cuales han ido in crescendo después de encadenar Ben Petat, un 8a que otrora fue 7c+ contundente. Tras un raro episodio de taladro inquieto, que no quiero contar por no saber a ciencia cierta, subieron la reunión unos metros y ya nadie duda de su dificultad (o al menos yo no). El caso es que allí hemos coincidido con Julia y con el fanático de Oriol (Tranki) que ha secado a conciencia los cantos mojados y me ha hecho un flash clave para encontrar los pies de la sección dura. ¡Una cerveza para el caballero!
Recordando movimientos al sol en l'Agulla del Senglar. Corazón en la reunión de la Ben Petat (jodó, qué romántica soy) y la nieve al fondo.
Recordando movimientos al sol en l'Agulla del Senglar. Corazón en la reunión de la Ben Petat (jodó, qué romántica soy) y la nieve al fondo.