Mi larga travesía por el desierto terminó: he llegado a la meta con los bolsillos llenos de arena y un cierto escozor de ojos, pero nada que no se cure escalando o con un buen colirio. Sí, esta metáfora es una mierda, hasta yo la leo y no entiendo nada (algunos tontos le llamarían arte; le llamaré arte, pues).
Veamos, lo que os quería decir es que, por fin, tengo más tiempo para trepar y que, tras tantos meses quemando pestañas ante el puto ordenador –y comiendo muchas galletas, de ahí lo de los bolsillos llenos de arena, 3 kg de arena para ser concretos-, quiero que me regente la inactividad cerebral. Voy a guardar cualquier intento de darle al coco para garabatear el patrón de desbloqueo del móvil o, como mucho y haciendo un esfuerzo, para recordar el pin.
Y así, dirigida por un cómodo aborregamiento, retomo la actividad del no-encadene, más feliz que unas pascuas –tópico acorde con el momento litúrgico y personal-. Dicho esto, pasen y vean las modestas fotos de ayer en Sant Llorenç del Munt que atestiguan el bendito retorno a la roca.
Òscar y un monodedo en Sueños de mierda (8a+, creo, ya que él hacía una variante de la Mierda de sueños).
Interesantes escaladas en Sant Llorenç cuando la lluvia ha borrado el magnesio.
Esteve en la sección clave de Trencaegos. Vía bastante nueva, unos la proponen de 8b+, otros de 8b.
Fenakistiskopi, un 7c clasiquísimo de la Paret Gran. Juro que no me cogía de la higuera (en el pegue anterior sí). De todas formas, fallé en el paso duro (un monodedo que prefiero no usar) y deberé volver.
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