¿Cuántos intentos son necesarios para cogerle manía a una vía? Me preguntaba eso tras otro pegue fallido a Picos pardos (8b). La vía me mola, de momento, pero temo aburrirla tras varios intentos cagándola en el mismo sitio. Rabia. Quizás no sea la vía adecuada (eufemismo de “me va grande”). Frustración. Tampoco le he dado tantos pegues, de acuerdo, pero la sensación de que debería haberla encadenado antes hace que me inquiete y me cuestione cosas: ¿la haré?, ¿cambio el método?, ¿estoy perdiendo el tiempo?, ¿hay vida inteligente allí fuera? y, en caso de ser así ¿estará la gasolina tan cara como aquí? Demasiadas incógnitas, prefiero dejar de probarla por una temporada y dedicarme a otros menesteres rocosos. Pero antes de tomar tal decisión decidí darme una oportunidad más el jueves pasado. Y, entonces, sucedió el angustioso abandono.
Justo de este sábado...Otros menesteres rocosos por Sant Llorenç de Montgai.Que nadie me malinterprete, no me refiero a que abandono la vía, no, esto solo es un “hasta luego, querida”. Cuando digo abandono estoy hablando de que se me abandonó a mí, a mi perra y al millón de euros que iba a regalar ese día (¡lástima!). El jueves pasado decidí hacer campana en la universidad, tras unos días de demasiada entrega académica me apetecía desintoxicarme escalando como los hippies, los pijos y los bomberos: entre semana. Había quedado en el sector -
Oliana- hacia la una del mediodía con un amigo al que próximamente le contaré el chiste de Colgate (- quiero Colgate - y yo escupite y matate). Como ya lo conozco y sé que la puntualidad la considera de muy mal gusto, aproveché para ir a visitar a mis amigos Tere e Iris antes de subir al sector. Lo menciono porque horas más tarde Iris protagonizó la noticia bomba del día,
encadenando su primer 9a, Esclatamasters, en Perles. Bravo por él.
Últimamente, Oliana ha estado a tope, así que mientras iba hacia allí imaginé que el sector estaría lleno de gente y que no podría ni calentar. Ni calentar, ciertamente. Llegué ilusionada al sector a la una y media pasadas. Un par de escaladores me saludaron, o para ser más exactos, los únicos escaladores que había allí me saludaron (y casi me despidieron, pues estaban a punto de pirarse). Y yo, ansiosa por darle a mi vía, llamé al amigo traidor: Tut tut, tut tut, tut tut –ruidito encantador del teléfono cuando no lo cogen-. Paciencia. Me senté a otear la pista, como si mirando concentrada tuviese que aparecer algún vehículo. Pasó media hora y Neula ladró anunciando las dos de la tarde mientras veía aparecer una persona por el camino. “Es él, ¡qué tardón!” pensé, pero como estoy miope perdida me acerqué a paso vivo para comprobarlo de cerca. Pues no. El tío pasó a mi lado con cara de mala leche y se dirigió a la pareja que estaba acabando su jornada. Antes de que se alejase demasiado le dije:
- ¿Vas solo?
- Tengo que desmontar una vía y me han dejado colgado.
- Anda, y a mí.
- Había quedado con…
Sí, el chico que me planta a mí tiene la capacidad de plantar a otros simultáneamente. Eso es agricultura intensiva y lo demás son tonterías. Por suerte, al menos nos dejó abandonados en el mismo sector. Y así, indignada pero motivada volví a probar la Picos pardos asegurada por el otro damnificado. Caí de nuevo saliendo del paso, avance cero. Basta por ahora.
PD.
Después de alguna charla, quizás debería retitular el post como "el malentendido": una gestión torpe de la información, -¡en los días que corren!-, es la culpable del entretenido desenlace. El post, aunque debería matizarse, no lo toco, porque es fruto de un momento y tal como lo escribí lo pensaba, pero ahora ya más feliz porque no me abandonan.