En un arrebato de locura el viernes por la tarde nos hicimos con unas graciosas -a la par que horteras- pelucas que vendían en el super. Hacía muchos años que no celebrábamos el carnaval y para volver a ello nos hemos montado nuestra propia rúa, escalando, eso sí.
Hemos pasado el finde y el lunes en Montgrony donde, lo veréis en las fotos, hemos hecho el tonto más que nunca. El sábado, tras encadenar Calabruix, tenía ganas de juerga –lo siento, amigos, por lo que tuvisteis que aguantar- así que pelucas en mano, digo, en cabeza nos dedicamos a escalar y a echarnos fotos compulsivamente.
Helena con las rastas como bufanda a punto de hacer un cambio de peluca...
Un muy favorecido Esteve que, no contento con una, se puso dos pelucas.
Me dijeron "Escoge: o fotos en la Calabruix o fotos haciendo el gilipollas". Y escogí.
Helena, ya más seria, en el Cràpula.
Pues eso, ya estoy deseando volver a Montgrony. Uno puede estar obsesionado en una vía, pensando constantemente en sus pasos, hasta que la encadena. Luego, momentos de relax mental hasta que un nuevo objetivo aparece y vuelta a empezar, a recordar los movimientos y a desear escalar esa vía. Así estoy yo ahora, que no paro de pensar en la Gaia, vía que volví a probar el domingo y que me encantó, cautivó y otros sinónimos conjugados en pretérito perfecto simple que explican mi estado de enamoramiento actual.
Y hablando de amor, mirad este videoclip del grupo "L'ombre de ton chien" -formado por dos excompis de instituto- porque muchos ya apuntan que será uno de los grupos revelación de Catalunya para este año. Son geniales.
Tras una serie de movimientos Brownianos (para los intrigados y resumiendo, es el movimiento aleatorio de una partícula a causa del choque con otras partículas. Fue objeto de estudio de Einstein para demostrar indirectamente la existencia de los átomos) me descubrí a mi misma el viernes por la mañana en el Cosmo Caixa -aka Museu de la Ciència-.
“Cap al final del petroli” (hacia el final del petróleo) era el título de esta jornada divulgativa. Como ya os he dicho, la cosa me pilló desprevenida así que no tenía ni idea de quien iba a darnos la tabarra ni en que grado. Lo que sí suponía es que, uno, tratándose de petróleo y, dos, organizado por la Universidad de Barcelona, era seguro que Mariano Marzo iba a estar presente. Dirigió la mesa redonda con su habitual rigor, un pelín apocalíptico, eso sí, sobre el final del petróleo como energía motor de nuestro sistema.
La primera charla la dio un ex profe mío de la facultad, Emilio Ramos. Habló de yacimientos atípicos de petróleo. Apasionante. A las nueve de la mañana y sin desayunar me la refanfinfla bastante si sacan petróleo con bombas o con pajitas a rayas de sitios con rentabilidad cero que, evidentemente, ya no se explotan. En mi opinión, extraña elección para la jornada.
La segunda fue la más interesante desde el punto de vista energético. La dio un simpático italiano, Angelo Camerlenghi, experto en los hidratos de metano. No me enrollaré demasiado pero abreviando os cuento que los hidratos de metano –o gas natural- son unos sólidos con metano y agua, altamente energéticos (1 metro cúbico de hidrato de metano equivale a 164 metros cúbicos de metano), seguros de manejar pero difíciles de extraer y conservar. Dato interesante: los hidratos de metano son la reserva de metano más grande de la Tierra. Quedaos con la copla porque estoy convencida de que oiremos a hablar mucho de ellos en el futuro.
Qué bonitos son los hidratos de gas: queman pero no te quemas debido a la cantidad de agua que sueltan.
Finalmente, la tercera charla, o lo que conseguí entender de ella, da para hablar durante horas. El conferenciante, Chris Skrebowski, es un señor con dilatada experiencia en el mundo del petróleo. Sabe tanto de las petroleras como tan mal se le entiende el inglés (resulta que el hombre es polaco, y por su acento se deduce que es de muy adentro de Polonia). Yo, que siempre que puedo me hago la chula, pasé de coger los auriculares de traducción simultánea (“si es extranjero –polaco, para qué decir más- lo voy a entender de maravilla”, ¡Ja!). Aunque de poco hubiese servido porque hasta los traductores se perdían. Lo que pillé os lo resumo aquí: la premonición, perdón, predicción de Chris es que el Peak Oil llegará el 2012. Muy bien, y ¿qué coñe es el Peak Oil? Pues resulta que el Peak Oil es el momento en que la demanda de petróleo supera la producción. El polaco presentó mil argumentos para fundamentarlo (he de reconocer que razones no le faltan al buen hombre), el catedrático Mariano lo apoyó y todo eso produjo en mi un pavor atroz, imaginándome yendo en bici a escalar, como muy lejos, a Montserrat. Por suerte, una compañera que ronda los cincuenta espetó “Son la monda, eso lo llevan diciendo desde los años setenta”. Eso, y la ensaimada que me zampé, me calmaron momentáneamente.
Lo he sacado de peakoil.com. A ver cuanto aciertan, solo hay que esperar.
Desde el viernes que le he ido dando vueltas al asunto y, aunque no sea exactamente en el 2012, el final de la era del petróleo como fuente energética principal se presume cerca. Va a ser muy interesante, no me lo voy a perder… ¡qué remedio!