jueves, 22 de septiembre de 2011

Fin del verano

El verano se acaba, lo intuyo en el bosque, lo huelo en el aire, lo presiento en lo más hondo de mí y lo veo de reojo en el calendario que tengo al lado, que dice que el otoño empieza el 21 de este mes.
Este año la temporada estival ha sido totalmente vacacional, por una vez no me quejaré de mi falta de ociosidad. Lo que sí me gustaría comentar es un par de cosas -quizás tres si me acabo la cerveza- que me vienen a la cabeza en estos últimos días veraniegos:
  • La natación
Deporte beneficioso no solo para los propietarios de la piscina, que se llenan sus acuáticos bolsillos de calderilla, sino también para el nadador común. Yo misma ya me considero una de ellos, pues hace poco me compré un segundo bañador que ya no es de marca Decathlon. Digo yo que eso indicará algo aparte de un afán consumista desaforado.
He estado nadando un día por semana y juro ante el cartero (no acostumbran a pasar notarios por casa, espero que el cartero os valga) que me ha ido muy bien de cara a la roca, nunca de espalda. Ya, ya se que se dicen muchas cosas acerca de los deportes que son mejores o peores para complementar la escalada. No se demasiado de ello, ni tampoco creo que debáis hacerme caso, pues tan solo hablo de mí y de mi cuerpecillo de arenque. Creo que el quid de la cuestión, o sea, el beneficio que me ha proporcionado, se basa en el entreno de la respiración pulmonar. La braquial la dejo para el año que viene y ya os cuento.
  • El sándwich de pollo
Ayer mismo me comía un sándwich de pollo especiado con mozzarella y mayonesa que me dejó bastante satisfecha. Tras la rica ingestión, realizada en la Gran Bóveda (Rodellar, ¿dónde si no?), me decidí a cortar la digestión encadenando una preciosa vía del Novato: La Banda. En realidad no tenía intención de encadenar el maldito 8b, pues era el tercer día que lo probaba y el calor y el dolor de yemas me aconsejaban ir de cinta en cinta. El caso es que tras pasar sorpresivamente la sección clave, me vi a mí misma entre la espada y la pared: el calor y el pollo estirando hacia abajo y las ganas de hacerla empujando hacia arriba.


La lucha fue titánica, os lo aseguro, no sabéis lo que pesa un pollo de granja inundado en mayonesa a partir de los 30 metros de desplome. Pero la hice, y luego pude celebrarlo con una pájara y bajada de tensión durante una hora a pie de vía. ¡Alegría, alegría!

Dejémoslo aquí, que tras hablar del sándwich veo a mi cerveza muy triste y sola. Me voy a buscarle compañía.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Dos cosas que seguramente nunca haré

Ganar una apuesta
Tengo muy mala suerte en esto. La última apuesta que he perdido me obliga a saldar las deudas ahora mismo. El reto consistía en no dejarnos superar en número de visitas del blog por otro blog, ante el cual me postro en calidad de blogger: el de els bous de la Salle.
Si perdíamos, prometí colgar una foto en top less. Mirad qué tetas:


He escogido esta tan refrescante de Neula que, aunque vergonzosa, tiene 11 tetillas para dejar satisfecho al más exigente. Podría haber colgado una de Esteve, y disparar las visitas al mismísimo nivel de Google, o hasta una mía, pero tras el affaire con aquella foto del Vertex ya no me atrevo a salir con nada que no sea manga tres cuartos.

Acaparar una vía
Acaparar en el sentido egoísta de la palabra, y no me refiero a matarla a pegues sino a joder al resto que intente probarla. Pero para explicar este curioso hecho sucedido en Rodellar, debo remontarme unos cuantos meses atrás, a un día otoñal en la Serra de Prades.

Íbamos camino a Siurana cuando a la altura de Cornudella recogemos a una chica que hace autostop. La muchacha nos cuenta que viene a dedo desde Polonia y que su intención es encadenar su primer 8a en Siurana. La dejamos en el pueblo y ahí perdemos su rastro hasta este verano en Céüse, donde la reencontramos con un grupo de amigos. No nos saludamos pues ella parece no acordarse y nosotros dudamos de si es la misma de aquel día en Siurana. Al final nos damos cuenta que es ella tras observarla durante un largo rato intentando la entrada de un 7b+.
Ella y sus amigos están acampados furtivamente por encima del parking de Céüse y ahí empiezan a caerme gordos: Una de sus colegas tiene un perro que muerde a Neula y a otra perra del parking. Aun esperamos disculpas. La última noche que pasamos ahí tenemos que huir de madrugada pues el grupito está totalmente borracho bailando y cantando a grito pelado canciones tradicionales polacas en medio del parking. La gente flipa y yo tengo que agarrar a Esteve para que no les salte a la yugular. Nos las piramos porque es imposible dormir.

Ahora sí, Rodellar, sector La Surgencia y vía Paideia, 8a+. La probamos un par de días en primavera y tenía muchas ganas de volver a ella.
Al llegar al sector unos chicos (entre ellos, el equipador de la vía -muchas gracias, peazo viote-) nos cuentan que han desmontado unos cintajos y cuerdas de Paideia porque alguien los había puesto a modo de alargues y molestaban un montón a la par que era peligroso.
Mientras estamos probando la vía de al lado, llega Ella y un amigo suyo –el que coreaba más emocionado en el parking de Céüse- y preguntan por qué les han quitado sus “cintas”. Tras una explicación convincente por parte del chico que acababa de bajar, la chica pregunta si volverá a subir, a lo que él responde negativamente. Entonces ella empieza a subir y con un palito a modo de caña está durante dos horas montando las primeras 6 chapas de la vía para dejar un horrendo alargue inchapable que solo sirve para, una vez pillado en la cinta anterior, agarrarse y montar la siguiente subiendo por los cintajos.
Unos amigos catalanes nos cuentan que la vieron hacer esto mismo en Siurana, el pasado otoño, en 8b’s donde no se movía. En cambio, nos dicen que esta misma mañana la han visto en El Camino encallada en la entrada de un 7a. Esto es el colmo.
Esteve, que la dulzura la guarda para cuando duerme, ya no puede más y tras los antecedentes que os he contado, explota y le canta las cuarenta a la chica. Básicamente le dice que cada vez que alguien suba le desmontará los cintajos y que están siendo muy mal educados con el resto de gente que quiere probarla. Les hace saber que, luego, cuando suba él le quitará el alargue.

Esteve huyendo de la polaca camino a la Piscineta.

Pero,¡ah!, ese luego nunca llega porque al bajar la zagala, le deja al coleguilla un top rope hasta la quinta chapa, el cual, como ella, ni se menea. Nos las piramos indignados y al día siguiente, tras retirar las cintas asesinas -se te enrollan en la pierna cuando no en el cuello-, encadeno.
No volvemos al sector hasta dos días más tarde, cuando coincidimos otra vez con ellos que nos preguntan de nuevo si probaremos la vía, para volver a poner las malditas cintajas con su alargue correspondiente. Avisados quedáis los que queráis probarla.

Solo le puedo decir una cosa a la simpática polaca: Ole tú.