Naranjas

Este finde hemos ido a Margalef. Solo decir que he disfrutado como una enana y que mis brazos se han inflado como hacía tiempo. Mucha continuidad, mucho sol y unas vías increíbles (¿cómo pueden coexistir tantos bidedos por metro cuadrado?). Hemos escalado por primera vez en los sectores el Balcó de l’Ermita y Cabernet los cuales recomiendo encarecidamente que visitéis. Me ha sorprendido la belleza del paisaje –¡aun siendo bastante plano!- y de la vista que se tiene desde los sectores.

También me ha sorprendido la cantidad de barbacoas que hay en la zona de l’Ermita. Si no hay 40 barbacoas no hay ninguna. Pa’ que luego digan que protegen el parque y que no se puede escalar en no sé donde porque hay un par de gorriones sedentarios. La cosa es que da hasta miedo pasearse entre tanto carbón y mesas de obra -esas típicas de las áreas de picnic-, parece una secta satánica. Y los pinos a 20 cm de las chimeneas. Y el suelo lleno de ramitas. Y no llueve... Neula en cambio lo pasó en grande recolectando huesos de antiguas ceremonias de “costellada”.

Hablando de cosas chungas, creo que estoy perdiendo facultades, lo cual me asusta pues o es otro síntoma del paso de los años (aunque al menos este se podría disimular mejor que las arrugas) o es otro síntoma del mal conocido como “sinohaynadiemás, mestanhablandoami” (sí, hoy no estoy inspirada, es lunes). Dos pruebas de ello están en lo acontecido estos últimos días:

1. Estábamos cenando en casa y observaba detenidamente como mi padre cogía un hermoso trozo de rape. Entonces va y suelta “Deja de mirarme...” a lo que yo giro la cabeza y sin tener tiempo a pensar sobre porqué no debo mirarle mientras engulle el rape dice “...que ya te hemos dado bastante”. Ah, padre cruel, rehuyes a tu hambriento vástago. Casi se me cae la lagrimita mientras me esfuerzo por enternecer ese duro corazón, le digo “Pero si soy tu hija”. Entonces me mira como si estuviese viendo un espectro y me dice en tono hierático “Hablaba con la perra”.
2. Estábamos Esteve y yo volviendo de Margalef comentando animadamente lo mucho que duelen esos agujeros de bordes vivos como cuchillos. De repente, mientras me hacía la chula explicando las virtudes de mis callosas manos con una piel genéticamente estupenda para aguantar la abrasión, grita Esteve “JODER, HIJA DE PUTA”. Me quedo atónita, ya sabía yo que chulearse con Esteve nunca podía acabar bien, pero vamos, esto ya es demasiado, va a ir a escalar con él Rita la cantaora y ahora mismo le pongo los puntos sobre la íes...Por suerte, la respuesta a su ataque de ira repentino acude a mi sin demora y, como un meteorito, una naranja me cae en medio de la barriga. Alzo la vista y ahí estaban, una legión de 5 naranjas asomando amenazadoramente por la estantería dispuestas a bombardearnos en la próxima curva (y ya sabéis cuantas curvas hay por Margalef). Resultado: Esteve 3 y yo 2.

Por cierto, la semana que viene empiezan las compes. La primera es el Campionat de Catalunya d’escalada en bloc, en l’Hospitalet.