miércoles, 31 de agosto de 2011

Francia no es rancia

Y con este título tan propio retomo el blog.

Ahí estamos, de vuelta al país galo, pure beurre, como dice en la caja de mis galletas favoritas. Sí, mantequilla, rica y sabrosa a la par que calórica, aunque en Francia eso no importa, es algo que se sobreentiende. Si vas a escalar seguramente te vas a hartar de andar, así que unas calorías de más siempre vienen bien. Hoy quiero hace una pequeña introducción, rollo charla (llámale charla, llámale balbuceo) socio-económica del país, a raíz de lo que hemos descubierto haciendo cosas tan mundanas como ir al super y hablar con otros escaladores, os prometo que haré un resumen de las zonas por donde hemos dejado nuestro ADN en forma de pellejos en la roca. No hay secretos para vosotros en materia de escalada, queridos lectores, quiero compartir lo bueno y lo malo de cada sitio, por si sirve de algo.

Francia, ese país tachado de ombligista aunque quizás no lo sea tanto y, Whymper, ese gran explorador inglés que realizó importantes primeras ascensiones alpinas nos dieron la clave. Yo pensaba que, como en el Tour, a los franceses les escocía que un foráneo obtuviera éxitos en tierra gala. Pues resulta que también tienen su corazoncito: yendo hacia Briançon, en los Alpes del sur, hay una gran estatua realizada con hierro, ¡es Whymper! Loable bajada de pantalones por parte de los amigos franceses. Este es uno de los descubrimientos, os habéis quedado pasmaos, ¿eh?

Whymper, un hombre de hierro.

El otro es el que sigue: Vas al super y te preguntas ¿Qué coño está pasando en nuestro país para que la mayoría de productos sean más caros aquí que en Francia? De verdad, nos hemos quedado acojonados…Aquí cobramos menos y pagamos más, así de estupendos somos.
Y cómo colofón: Hablamos también con un escalador inglés que nos comentó que ya no vienen tanto a escalar por nuestras tierras. Antes, dice, les salía muy barato ir en avión a Barcelona y alquilar un coche. Ahora no. Conclusión: Aquí semos mu tontos. Ya, que me vaya a Francia, me diréis algunos. Pues bueno, no estaría mal…

Col de la Pousterle, Ailefroide al fondo con el Glacier Blanc.

A parte de esto, lo importante, o sea, la escalada vacacional en sí, ha transcurrido básicamente entre Francia y Sant Llorenç del Munt.
  • Empezamos yendo a Saint Léger du Ventoux, como hace un par de años. La intención era escalar en un sector medio secretivo del que hablan maravillas: La Baleine. Es una bóveda donde abundan vías de octavo grado. No hemos encontrado reseñas por ningún lado, fotos sí (por ejemplo aquí ) y recomendaciones de amigos que han estado, también. Por desgracia la lluvia en Saint Léger es pura mierdecilla y nos las piramos habiendo escalado solo en la North Face donde pudimos rememorar esos alejes tan propios de la zona.
  • De ahí saltamos directamente a Céüse, no diré demasiado pues el sitio es archiconocido. Escalamos básicamente en el sector Berlin y, aunque apretamos mucho, el ratio de encadene quedó en 1/10. Pim pam, ostias vienen ostias van. Con la cola entre las piernas nos dimos al queso, al vino y al consumismo en general tras la ingestión masiva de lo segundo. Como resultado, acabamos gastando el salario en tres guías de escalada de zonas cercanas a Gap y Grenoble. La de Briançon fue la que nos llamó más la atención y hacia allí fuimos con renovadas esperanzas.
  • Briançonnais, preciosa zona Alpina. Ya habíamos estado hace unos años, para subir los Ecrins y ya nos habíamos fijado entonces en la cantidad de roca que tienen ahí. Aunque hay que saber escoger… Los primeros días “escalamos” en la Val du Fournel. Famosa también por las minas d’Argentiere (de plata), barrancos y cascadas de hielo en invierno. Para nosotros ahora también es famosa por la cantidad de setas, fresas y frambuesas que crecen con exhuberancia y que dicen cómeme (y cualquiera se niega). Este sector, Rocher des brumes, es realmente duro, nos caímos en todas partes. Yo me las vi y me las desee para encadenar alguna vía tipo 7a, porque de los octavos ni hablamos. Probamos unos cuantos, todos ellos dificilísimos. Eso sí, los octavos sin alejes y en los séptimos te cagas.
  • Cambio de sector para dar moral: subimos al cuello de la Pousterle y escalamos en el Tournoux. Agradable sorpresa pues las vías están aseguradas a la no-francesa. No hay alejes y los grados están bien pero lo mejor de allí es el entorno: vista espectacular sobre la cara sur de Ecrins, Pelvoux, Olan y compañía. Allí pudimos realizar alguna ascensión fácil a un tres mil y dedicarnos a escalar un par de días más hasta que a Neula le dio un pinzamiento por perseguir marmotas como una loca. Literalmente así y vuelta a casa.

Oxigenación con vistas al Mont Pelvoux.

  • Finalmente, en Sant Llorenç del Munt la humedad nos ha acompañado todos los días de escalada sin excepción. Un asco. Un asco pero no por ello dejamos de ir, porque la temperatura (como ya comenté) es increíblemente fresca y las vías, oh la la, las vías, c’est magnifique. Sí, sí, aquí mucho mejor que en Francia.
Y por eso, me quedo.