sábado, 25 de octubre de 2014

Aceituna tour I: bajarse a Cádiz

El sábado 27 de setiembre gané, junto con mi estimadísima Teresa Troya, el Campeonato de Bloque de España. Al día siguiente, trabajaba; al otro, empezaba las vacaciones. No tuve tiempo de escribir nada y, aunque el mundo se libró de otro post prescindible, a mí me supo mal. Y ahora es tarde. Así que, amigos, no os voy a hablar de esa competición porque la cosa está ya más caducada que el yogur que me encontré ayer al abrir la nevera. Si alguien quiere ahondar más en el tema (aquí la pregunta sería, ¿por qué? pero en fin, rarezas las tenemos todos) puede leer este texto que escribí para los amigos de Vèrtic, hace un par de semanas  y mientras hacía la colada en Granada. 

Click en la foto para un rollo macabeo.

Después del título, avispados lectores, imagino que ya sabréis sobre lo que sí versará el post de hoy: los sectores de escalada que hemos visitado estas vacaciones. Como siempre, nuestro periplo acostumbra a dividirse en etapas que, a veces, coinciden con el ritmo de escalada que nos marcamos cuando salimos varios días (2 escalada / 1 reposo). Prestad atención porque un viaje de roca por Andalucía no tiene desperdicio y cumple con las tres bes que exige nuestro estricto canon vacacional: buena roca, buena comida y buena gente. Me lo decían y no me lo creía (gracias, Andrea). Y ahora soy yo la que os lo recomienda totalmente.

1ª parada – La Foradà
Caminito al sur escogemos este sector levantino tan clásico para la primera etapa. Las vías son buenas pero extremadamente sobadas y patinosas. La suerte es que la pared ofrece bastante canto y de ese modo se pierde (un poco) la emoción de resbalar. Hacemos algunos séptimos y probamos algún 8a. Quizás aún esté cansada de la competición, pero todo me parece duro. 

2ª parada – Cabeçó d’Or
Varios habían sido los que nos habían recomendado este paraje, digno de un spaghetti western, para echar el día trepando. Así que nos ponemos manos a la obra y disfrutamos, sobre todo, de las chorreras interminables en los 7c y 7c+. Los sextos me parecen de un estilo más exigente y más sobados. Me quedo con Sensación de pinzar (7c) como vía 5 estrellas.

Pasamos la noche en Murcia, visitando a mi homóloga Tere y al bueno de Iris. Después de una rica cena nos despedimos con la falsa promesa de volver a verlos de subida (más adelante entenderéis el porqué, pero no ahora, que quiero darle intriga al relato).

El día siguiente lo dedicamos a seguir bajando hacia el sur y virar luego hacia el oeste: tierras ignotas nos saludan mientras el sol de tarde nos fastidia sobremanera forzando el achinamiento ocular. Quizás por eso no nos damos cuenta de que estamos rodeados… 

3ª parada – La Muela
Rodeados, sí, por los árboles productores del oro líquido mediterráneo y del mejor aperitivo dominguero. Dejamos atras más olivares de los que hemos visto nunca para llegar a este escondido sector gaditano. Para mí, el fin del mundo; para los parapentistas, un lugar muy famoso. Las vías son de nuestro estilo: chorreras, grandes agujeros y regletas. Supongo que por ese motivo nos quedamos ahí cuatro días, tiempo suficiente para encadenar unas cuantas vías, buenísimas todas ellas, y para conocer a los locales, majísimos todos ellos. Mi vía recomendada ahí es Carpe diem, un 7c+ muy variado –chorrera/placa-. 

Rabomán y los viagra (7c+). Nombre divertido para una vía divertida! Foto: Javier Durán

Esteve y la impresionante pared de La Muela Foto: Javier Durán
El día de descanso lo dedicamos a visitar algunos lugares: Grazalema, donde son las fiestas del pueblo y todo el mundo va por la calle disfrazado de bandolero poniéndose las botas de chorizo, papas fritas y otros opíparos manjares –sí, fue un suplicio pasear con Neula, la aspiradora perruna, y mantener una trayectoria de paseo rectilínea entre los alegres bandoleros y sus miguitas de pan y panceta olvidadas en el suelo-; Zahara de la Sierra, uno de los pueblos más bonitos que he visto en mi vida; Algodonales con sus fuentes por doquier. De hecho, nos llama la atención la cantidad de agua que hay por aquí y, entonces, nos enteramos del dato: 2100 mm anuales (!!!!)

Rabomán y los viagra (7c+). Foto: Javier Durán
Escalamos un día más en La Muela y esa misma tarde ponemos rumbo a Villanueva del Rosario, hogar de la archifamosa  Chilam Balam de Bernabé Fernández. Es noche cerrada así que plantamos el campamento justo antes de llegar al pueblo y entonces, vía Facebook, deducimos que unos amigos acaban de aterrizar también ahí para quedarse una buena temporada. No veo el momento de que se haga de día, reencontrarnos y escalar en tan mítico lugar. Solo las (muchas) partidas de ajedrez perdidas contra Esteve ensombrecen mi buen humor –pero es el único método para que el tiempo pase deprisa-. Maldigo a Kasparov y a todos los que dominan el arte de menear con gracia el alfil. 

Mi obsesión por el ajedrez irá in crescendo al mismo ritmo que el disfrute por las vías andaluzas, ¡pero eso será en la próxima entrega!

Esteve y su barba en La Muela, otro elemento que irá creciendo a lo largo de los días. Foto: Javier Durán