lunes, 27 de septiembre de 2010

Hablando en plata

Últimamente nos ha dado por cachondearnos, diciendo paridas, cuando estamos en los reposos de las vías o cuando caemos. Quizás por eso, ahora nos fijamos más en lo que dice la gente cuando escala. Y, oye, la de perlas que se escuchan en los sectores.
Hace unos meses, escalando en Calders, unos manresanos nos brindaron la divertida expresión "vaig al llímit" (voy al límite, pero con elle inicial, lo cual le da una sonoridad rústica que nos entusiasma). A partir de ahí no hemos dejado de decir la gilipollez esta, habitualmente en los reposos para entretenernos, pero la hemos llegado a recitar en medio de algún paso duro, jadeantes y jugándonos gratuitamente el encadene: vaig al putu llímit!

Hemos podido escalar "al llimit" en Rodellar. Vías mojadas sí, pero también las había secas -menos mal-. Aquí Esteve oteando el húmedo panorama.

Es una lástima que los escaladores no nos dediquemos más a enriquecer nuestro vocabulario y ser más originales en el momento de quejarnos. Por ejemplo, nuestros aburridos vecinos galos, siempre dicen lo mismo "putaaaaaaaaaaaaaaain!" (el siempre tan recordado gremio de las meretrices), igual que los poco novedosos anglosajones, que están todo el día con el "fuck" en la boca (y, más de uno, en la mente). Pero lo que nos ha llamado más la atención estos últimos días es el "kurva, kurva, kurvaaaa!!!" que espetan los checos motivados por una caída. Esteve tenía claro que "kurva" era puta pero yo me negaba a aceptar tal malsonante palabra procedente de alguien tan educado como puede ser un checo (ahí va mi lógica difusa: el único checo que conozco es Kafka; Kafka era culto; alguien culto es educado, ergo, todos los checos son educados).
Finalmente, ayer resolvimos el misterio cuando un checo enfadado gritaba "kurva" hasta la saciedad y yo, hablando sola, repetía en tono burlón "kurva, kurva". Al momento, oigo risas, era el asegurador. Es lo que sucede en Rodellar, que ves a alguien caer y, como desploma tanto, puedes no atinar con la ubicación del asegurador. Y, ese, lo tenía al lado. La ocasión la pintaban calva para enterarnos por fin del significado de "kurva": el checo nos desveló el significado de la palabreja dándole la razón a Esteve -momento de rabia-. Y yo pensando que quería decir "jolines", "recórcholis" o, si me apuráis, "mecachis", si es que maleducados los hay en todas partes, hay que joderse.
Coliseum, un 8a seco, o casi, que pude encadenar. Vía clásica de 40m de continuidad, qué larga y cuánto lactato por los brazos (y, sino, que se lo cuenten al checo del kurva-kurva, que no paraba de caer).

PD. Dado el gran apoyo mostrado con el affaire de la Mal de amores, me siento feliz de informaros que la encadené y estoy segura que parte del éxito es gracias a vuestros ánimos y confianza. Si es que ¡sois más majos que un checo! Eso sí, pensé que no la haría porque nada más volver a probarla vi que se había roto un pie clave en el paso duro (de verdad, qué mala pata, encuentro la secuencia ideal con un pie derecho clave y va y se rompe el izquierdo). Lo solventé apretando más, pero creo que para los que usábamos ese pie (los que medimos de 1,69 cm para abajo) el paso queda más duro.

martes, 21 de septiembre de 2010

Mi mal y nuestro bien

Llorar no es algo que practique habitualmente aunque si os he de ser sincera, recuerdo perfectamente la última vez que lo hice. Fue hace exactamente dos domingos, tras caer insistentemente en el paso de la Mal de amores (8a+ desplomado a rabiar en Rodellar que me tiene loca). El maldito movimiento me había salido el día antes y en ese momento me veía incapaz de alcanzar el bidedo asqueroso. Cada vez que lo intentaba de nuevo lo hacía peor, quizás estaba cansada, quizás me estaba colocando mal o quizás era un castigo divino, el caso es que llegó un momento en que caí por enésima vez y rompí a llorar amargamente.
A terra!” grité, y me quedé en el suelo hecha un ovillo llorando de pura rabia al mismo tiempo que clamaba soledad con un bramido de mala leche nada apropiado para tales llantos y que asustó hasta a Neula: "No em diguis res!". Diré que estábamos solos en el sector (mi decoroso orgullo me prohíbe estrictamente llorar en público) sino me hubiese tragado la estúpida rabieta en forma de ira contenida, lo cual es mucho peor pues favorece las úlceras y el cutis apagado -Dios me libre-.


Y es que no hay nada que me fastidie más que un paso que no sale, algo parecido me pasó cuando probaba Època Negra (8a de Montgrony). Cuando caigo por cansancio, error o resbalón me da igual, no me enfado, “ya la haré” pienso, pero si un paso que veo posible para mis capacidades no lo puedo realizar, me da un cortocircuito y me siento la peor escaladora del mundo. Rarezas de una.

Si aun no habéis huido tras esta parrafada tan dramática os felicito (bendito aburrimiento) y os invito a continuar, pues ahora voy a lanzar una declaración de principios que, sin demasiado esfuerzo, será menos aburrida que lo anterior (lo cual no asegura el entretenimiento).

Seré directa: 8a.nu me encanta. Mucha gente se queja de esta página: que si fulanito lo decota todo pa' fardar, que si menganito se las apunta todas más duras para puntuar, que si este ha puesto aquello, que si aquella ha puesto esto y un largo etcétera de insidiosos comentarios que seguro yo también he hecho más de una vez (pero yo estoy dentro, así que tengo un pase; peor me parecen los que rajan y no están apuntados pero entran a cotillear).
Creo que 8a.nu tiene muchas más cosas positivas que negativas, y como hoy ya me he excedido en lo segundo, pasaré a intentar convenceros de las bondades de esta página:

8a.nu es una base de datos de vías de escalada a nivel mundial. Puedes tener tu propio scorecard o simplemente apuntarte las vías fuera del ranking, como hace el tímido de Esteve, hasta hay gente que se ha inventado un país o usan seudónimo y son casi indetectables -pero su información es igual de útil a nivel estadístico-. Puedes consultar qué vías son las mejores o las más hechas en un sector a parte de otros datos de gran provecho (mejor época, grado predominante, fotos, etc.). Y, todo esto, gratis. Lo diré otra vez: GRATIS.

Es mejor la información gratuita de una mayoría que la información de pago de una minoría. (aunque no sería el caso de las guías de escalada, pues muchas son hechas por equipadores y vale la pena comprarlas). Y cuantos más seamos más información y de más calidad será. Es como los programas de código abierto o como wikipedia, es una manera de pensar y de hacer que nos beneficia a todos si se colabora honradamente.

Ah, qué alivio, ya vuelvo a estar en armonía con el cosmos o, como mínimo, con las cabras de Rodellar.

martes, 7 de septiembre de 2010

Cambio de ritmo

Pasarse tres semanas escalando dos días seguidos y descansando uno es algo adictivo, por eso, si se rompe este ritmo, es probable que te ataque el síndrome de abstinencia. Y yo he roto el ritmo, qué remedio. Del alegre Rock&Roll vacacional 2/1 pasamos al lento adagio laboral 2/5: dos días de escalada, cinco de reposo. No incidiré más en lo poco que deseo ahora mismo descansar cinco días consecutivos porque me pondría a llorar y a gritar y a cometer actos inmorales y, seguramente, hasta ilegales lo cual me llevaría injustamente a un ingreso en el trullo (2 años mínimo sin la condicional y eso alegando enajenación mental transitoria), donde, que yo sepa, aun no hay buenos sectores para escalar.

Pasemos página y centrémonos en algo que distraiga nuestras mentes, o por lo menos la mía (permitidme ser egoísta, pero es cuestión de supervivencia). Los fines de semana pueden cundir más si no se ha tocado roca durante cinco días -a quién quiero engañar...-. Por ejemplo, antes de irnos de vacaciones el bueno de Pete O'Donovan nos retrató en Alòs de Balaguer con motivo de una nueva guía de escalada en Lleida, muy necesaria, por cierto, que saldrá en breve.

Balcó del Segre: L'Ordre del Fènix (8a) i Préssec en el Kneebar (8a+), Marieta y Esteve respectivamente.

Ese finde escalamos muy motivados después de currar durante toda la semana, y es eso lo que juega en favor de todos nosotros. Los amigos australianos, mientras estaban disfrutando su año sabático (ya acabó, qué penita me dan), nos lo decían: vosotros venís con muchas más ganas de escalar que nosotros. Así que, aprovechemos esta recarga de energía (positiva o no) que se acumula entre semana para compensar la pérdida de fluidez escalando que se gana con la asiduidad diaria a la roca. Quien no se consuela es porque no quiere.

Y, para acabar, me regodeo gratamente rememorando la competición del sábado en Sant Cugat (Campionat de Catalunya d'escalda de dificultat) más que por mi actuación, que fue buena, por los ánimos de mis padres y mis amigas Rosa y Natàlia que me hicieron sentir muy afortunada al venir a verme (sus quiero con locura).

Con los codos mirando a Cuenca y a punto de palmarla (competitivamente hablando, claro).

Organización impecable y buen ambiente con el añadido de poder escoger la música para el momento de competir, como ya se hizo exitosamente el año pasado. Aquí hay un vídeo de la TV Sant Cugat con las finales y los resultados, para nada sorprendentes, son estos.

Eugènia N. huyendo de la sombra en la final.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La danza del sable

Siempre que pienso en La danza del sable me vienen a la cabeza dos cosas: la divertida canción de La Trinca acerca del infructuoso golpe de estado del 81 y, la desternillante escena de la peli Uno, dos, tres de Billy Wilder donde la secretaria alemana baila descalza al son de la música atizando con el cinturón a los tres rusos cada vez más embobados y menos comunistas que quieren hacerse con la receta de la Coca-cola. Y es que, esta composición de Khachaturian (con un nombre así nadie esperaba menos de él), evoca a la sorpresa y al cambio repentino.

Salimos de casa, hará ya cuatro semanas, con la intención de escalar sosegadamente por el País Vasco, pero La danza del sable nos poseyó y, como si de una maldición se tratara, fuimos
incapaces de permanecer más de tres o cuatro días escalando en el mismo sector.
Nuestros maltrechos muslos y doloridas rodillas dan fe de que hemos empotrado cansina pero gustosamente en chorreras y, así, nuestra libreta de escaladas ha engordado un poco más con los encadenes conseguidos.

Ah, qué tez tan saludable tenía entonces, cuando estaba de vacaciones...

Se acabaron las vacaciones pero, emulando a la realeza, nos llena de orgullo y satisfacción el haberlo pasado tan bien (sensaciones que se han evaporado como por arte de birli birloque tras el primer día de curro, argh). En el recuerdo quedan los buenos momentos en la roca pero también las charlas a pie de vía, las cervezas en la autocaravana y las infusiones acompañadas de chocolate hasta altas horas con los amigos que hemos ido encontrando.
Las escuelas que hemos visitado han sido la mayoría una novedad para nosotros, y es que estamos muy poco viajados. La ruta fue más o menos como sigue:

Tres Ponts: sí, otra vez. Comprendednos, era viernes, habíamos trabajado por la mañana y nos moríamos por escalar algo así que ¿qué mejor plan que empezar por algo cercano y conocido en vez de conducir toda la tarde? –claro, condujimos por la noche, que no se qué es peor-
San Martín: delicioso sector de chorreras y agujeros cercano a Huesca donde el calor nos echó a patadas el tercer día.
Valdegobía: fresco y bucólico se nos antojo demasiado asequible para nuestro nivel de patosura. Algo fallaba con tanto encadene y nos las piramos al tercer día. No os perdáis una visita a la Torre Varona, juro que es de las cosas más curiosas que he vivido; el guía (descendiente de todos los nobles Varona), es de una singularidad inusitada y posee un ego raramente alcanzable por la media.
Oñati: el del mazo nos esperaba aquí. Algunas vías muy buenas y todas muy duras. Al cuarto día, por la mañana, tras escalar solo yo y solo una vía (Mamba, 8a) y encadenar –seguramente gracias a Dios y a todos los Varona que están casi al mismo nivel de poderío- nos piramos para escalar al siguiente sector por la tarde.
Rumenes: es el Kalymnos cántabro en el Desfiladero de la Hermida. Las chorreras gigantes, los mocos gigantes, los alejes gigantes y las arañas gigantes nos empequeñecieron lo suficiente para que nos largásemos con el cuento a otra parte.
Cicera: Otro sector del Desfiladero de la Hermida, perdón, EL SECTOR, con mayúsculas. Estuvimos cuatro días entretenidos descubriendo las maravillosas chorreras y placas calcáreas de la escuela.
Rodellar: finalmente, la atracción fatal de Rodellar nos sedujo de nuevo desde la lejanía y, ola de calor mediante, nos desplazamos hasta allí para rematar las vacaciones.


Esteve escalando en Botanics (8b+/b/-// perdón, es que con tanta barra me lío)