domingo, 16 de mayo de 2010

Señoras, señores y niños del demonio

Cuando devuelvo el carrito del super, después de cargar la compra en el maletero, tengo la mala costumbre de correr por el parking empujando el carrito para luego subirme a él recorriendo a toda pastilla los últimos metros hasta el depósito de carritos (o como se llame eso). Pues estaba el otro día disfrutando de tan trepidante actividad cuando oigo “¡mira mamá lo que hace esa señora!”. Yo, que soy curiosa por naturaleza, empiezo a mirar a mí alrededor buscando en vano a una señora haciendo algo llamativo. Tras mucho mirar y casi perder el equilibrio sobre mi F1 del carrefour llego a la triste conclusión de que la tal señora soy yo. “Niña del demonio, ¡llamarme a mi señora!” pensaba mientras recuperaba mi moneda de 50 céntimos.

Siempre quise colgar aquí esta pintura (El almuerzo de los remeros de Renoir). Me viene a huevo porque la primera vez que lo vi me pareció un grupo de señoras y señores ya talluditos pero lo vuelvo a mirar hoy y los veo mucho más jóvenes -qué suerte la suya-.

Los años pasan y mi post de hoy trata de eso y de cómo un grupo de señoras y señores escaladores se van haciendo mayores –vaya, imagino a más de uno revolviéndose en su silla-. Como es una historia basada en hechos reales me inventaré los nombres, así estaréis en el anonimato (eh, Oriol?).

Estábamos este sábado escalando en un precioso rincón de Margalef cuando al señor Oriol se le ocurrió la brillante idea de preguntar acerca de cuantos años le echaba un Simpático escalador que desconocía tal dato. Por lo visto el Simpático escalador hizo gala a su nombre y nos hizo reír durante un buen rato al ponerle 7 u 8 años de más al señor Oriol y 3 años de más al señor Esteve. Y es que la vida ha castigado mucho a estos dos –y lo que les queda-.
El resto de sábado pasó sin más novedad que la alegría de reencontrarse con las señoras Angela, Daila, Andrea, María y demás (¿a que da rabia? No voy a ser la única señora, aviso).

Y el domingo otra vez se me recordó que ya llevo unos añitos de permanencia en este mundo. Un niño (13 años, aun no le llamaré señor pero quizás sí niño del demonio) me hizo una serie de preguntas nada agradables:

Niño del d.: ¿Tú qué grado máximo has hecho?
Señora Marieta: 8a+
Niño del d.: ¡uau! Y hace muchos años de eso, no?
Señora Marieta: -vale, contaré hasta diez, respiraré hondo e intentaré no matar al niño del demonio sino responder con elegancia-
Señor Esteve: (adelantándose y entre risas) sí, sí, hace mucho tiempo, cuando era joven.

Una señora y un niño del demonio.


lunes, 10 de mayo de 2010

Love is in the air (en el espacio aéreo concretamente)

Estoy enamorada (¡Bien! de momento ya he captado vuestra atención -lo que tiene que escribir una para que la lean-). Pero es cierto, mi amor platónico del mes es un tipo duro: un islandés con problemas gástricos y dérmicos, vomita y tiene muchas erupciones, pero a mi no me da asco porque no son cutáneas sino de lava. Sí, habéis acertado, estoy hablando del innombrable (Eyjafjall, a ver quién es el guapo que lo pronuncia) que vuelve al ataque jodiendo el espacio aéreo.

Amooor, amor, amooor.

Ya sé que me encapricho de cosas muy raras pero ¿acaso vosotros no os habéis enamorado alguna vez de una vía? pues está en el mismo nivel de frikismo que enamorarse de un volcán.
Y claro, que de las vías también me encandilo aunque lo de este finde ha sido un amor pasajero. Un rollito con un doctor que me ha hecho sentir muy bien (mmm...espero que nadie saque de contexto esto último, porque se presta). Hablo de Dr. Feelgood -y no del Dr. House, como pensáis algunos-.
Caigo en la broma fácil una y otra vez y no paro de meter incisos, es imperdonable. Aun y así, perdonadme, pero es que estoy de tan buen ánimo -gracias al amigo islandés- que cualquier tontería me hace gracia y el listón humorístico y literario lo tengo, ahora mismo, bastante bajo. Y es que con la risa floja que me da cada vez que miro el volcán no doy para más.


Mejor que me centre brevemente en la parte trepadora de este fin de semana. Resumiendo: un par de días repletos de amigos y buenas vías en Margalef. Creo que si alguien estaba escalando en algún otro sitio seguramente estaba solo, porque todo el mundo correteaba por Margalef.
Ya para acabar os cuelgo un invento de lo más ingenioso para acercar las cintas a la pared y facilitar el chapaje. Hecho con una simple goma de pollo...Ni Mc Giver, oye, es que se las piensan todas.

Lo peor, digo yo, es que se rompa la goma de pollo y te atice en la cara.

domingo, 2 de mayo de 2010

Jóvenes promesas

Jóvenes promesas no hace solo referencia a la vía de la Gran Bóveda de Rodellar, donde por cierto estoy deseando ir, sino que es una mención a los chavales que suben con fuerza, garra y decisión por los bloques de la competición de ayer en La Salle (2a prova Copa Catalana d'Escalada en Bloc). Como ejemplo cito a dos que me han impresionado bastante: Mariona Burgada que siendo aun una niña (12 años) nos ha ganado a todas encadenando impecablemente todos los bloques de la final a vista y Chaiya Garcia, un chico con unas aptitudes que dan miedo.
No es que el relevo esté asegurado, sino que estos jóvenes van a ir más allá.

Pere J. y un holandés errante -y muy fuerte- en pleno esfuerzo.

Y a parte de las ondonadas de hostias que nos dan y que nos darán estos niños -iba a decir niñatos, mi ego me traiciona, qué horror- la competición estuvo muy bien. Por la mañana fue un poco caótica ya que el amago mañanero de lluvia y la gran cantidad de competidores hizo que nos recortasen el tiempo por bloque (de 4 minutos a 3) y que estos fuesen más duros. Luego por la tarde, como la lluvia nos respetó, se desarrollaron las finales como habitualmente en un ambiente familiar y distendido. A destacar el flan que trajo mi madre y que Shirleys se quiso comer (jeje) y las risas aseguradas con Pere e Ignasi (Penedès team) con sus bromas acerca de...de todo. Como debe ser.