domingo, 26 de enero de 2014

La sanción de la ascensión

He estado haciendo el “Ciclo Clint Eastwood”, y con ello no me refiero a un ciclo de entreno donde masques tabaco y mandes callar a tu compañero de plafón, “cierra el pico Joe, me quedan veinte malditas series”, sino a lo evidente: estoy mirando todas las pelis del bueno de Clint. Una de ellas, concretamente La Sanción del Eiger, la vi junto a mis padres durante una lluviosa tarde de sábado. La peli es del 75 y, según mi padre, causó furor entre los alpinistas del momento, pues nunca se habían mostrado imágenes así en el cine comercial. 

La sinopsis la encontráis rápidamente en Google, pero para perezosos de la tecla ya os la digo yo: Profesor, coleccionista de arte y antiguo agente secreto se enrola en un equipo internacional para subir por la norte del Eiger y, como quien no quiere la cosa, vengar la muerte (la sanción) de su mejor amigo -además de conseguir pasta gansa-. Más o menos.


Lo que me ha molado especialmente son los diálogos de la versión en DVD que vimos nosotros, donde a ratos subtitulan innecesariamente mientras hablan en inglés o en español (el audio es caprichoso) con poca coincidencia entre lo que se escucha y lo que se lee. No sé dónde coñe adquirieron la peli mis astutos progenitores, pero fue algo desconcertante que nos tenía totalmente pendientes. Por ejemplo, Clint decía a una chati “vamos a la cama a pasarlo bien” mientras en los subtítulos aparecía la intrigante pregunta “¿Es esa mi gratificación?”. 

Resulta que yo esta peli la empecé a ver hace unos años pero a los pocos minutos de film me levanté del sofá gritando “pero qué cosa más machista, me largo, Joe” (o joé, seguramente). Esta vez he resistido porque, como os he dicho, estoy haciendo un ciclo y quiero terminarlo. Certifico que la peli sigue igual de misógina que entonces, y que al rebaño de mujeres que aparecen lo tratan tan delicadamente como al ganado bovino infectado de encefalopatía espongiforme. 

Pero centrémonos en el intríngulis del metraje –empiezo a entender porque los críticos de cine son tan insoportables-, las escenas de montaña y escalada. He estado husmeando por matrix en busca de las curiosidades respecto al rodaje de tales escenas. Y gracias a ello mi admiración por el sr. Eastwood está tocando techo: resulta que decidió aprender a escalar en Yosemite porque no quería que nadie le doblase en ninguna secuencia. 

Otra curiosidad digna de mención sucede en la escena donde Clint se entrena para ir al Eiger en Utah. –Spoiler va-. Le vemos corriendo detrás de Pocahontas y subiendo un búlder cuando ésta le enseña las tetas desde el top (supongamos que es una inteligente metáfora de la motivación). Junto con las domingas de Pocahontas y el festivo entrenamiento, las escenas sobre la roca de Monument Valley son muy llamativas. Destaca la última ascensión, antes de partir a Suiza, al Totem Pole. La nota oficial fue que Clint y sus amigos fueron los últimos en subir ahí, con el compromiso de quitar todos los pitones y hierros de la aguja a cambio del permiso para filmar. La realidad es que otros escaladores han subido furtivamente a este monolito, aunque la prohibición de escalarlo sea muy estricta (es decir, como te pillen practicarán puntería en tu puto trasero, Joe). 

La nota trágica de la peli sucedió el segundo día de filmación, cuando uno de los dobles de riesgo perdió la vida al caerle una roca en la cabeza. Estuvieron a punto de abandonar el proyecto a causa de muchas críticas recibidas por la peligrosidad del rodaje. Si se pudo terminar el film fue gracias a la cabezonería del director (habéis acertado: Clint Eastwood otra vez). 


Si después de (o, gracias a) esto os decidís a verla, no os perdáis las maniobras raras que hacen con las cuerdas, disfrutad de las imágenes de la norte del Eiger y vigilad que vuestra versión no esté amenizada con subtítulos de Monthy Python: “Oh… vas a hacer la sanción en la ascensión? (en el día de la asunción?)”


De acuerdo Joe, voy a cerrar el puto pico.