La Pilarica

Este puente hemos estado de nuevo en Rodellar, han sido tres días hiper-fanáticos porque hemos probado un montón de vías duras y, claro, nos hemos arrastrado, pero también motivado.
El primer día decidí darle otra oportunidad a la Vía viciosa -con ese nombre, quién no la vuelve a probar- y la encadené, así que el resto de días los dediqué a probar las vías según se me antojaran. De todas las vías que he probado destacaría el Delfín por el miedo que pasé...no por los alejes, que la vía está muy bien equipada, sino por el miedo escénico: se va ascendiendo por un desplome en medio de la ventana inferior y mientras vas subiendo ves, a lado y a lado, el río y las praderas que quedan bastante abajo. Además, en esta vía las cintas están fijas y llevan maillon, la mayoría de los cuales estaban medio abiertos (!), no, en serio, me gustaría haber tenido maillones para cambiar (a ver si me acuerdo cuando volvamos)...que miedo por favor.
Y, como hemos podido comprobar, este puente ha sido bastante multitudinario: mucha más gente que en el puente de la diada de l'11 de Setembre. Estaban por ahí la familia Catx y cosinet Uri, el Novato, Eli y Mu, Javi y Montse y un montón de vascos.

La viciosa (la vía, claro)

Lo más gracioso -por decirlo de algun modo- ha sido la vuelta a casa. Los que habéis ido lejos seguro que me entendéis a la perfección: caravana, trafico denso, carreteras saturadas, mala leche, mestoymeando, deberíamos haber salido antes, malditos semáforos de Monzón, queremos la autovía Lleida-Huesca ya, etc., etc.
En medio de este cúmulo de negatividad -o sea, en plena caravana- vemos Esteve y yo una furgo blanca. Muy blanca y muy nueva. "¿No serán los Suricats?". Y ¡sí! Ahí estaban ellos, tan resignados como nosotros en su vuelta a casa. Intercambiamos cuatro palabras (con felicitaciones a Esteve por el cumple incluidas) y los perdemos de vista.
¡Qué pequeño es el mundo!