Crónica de una muerte anunciada

En cualquier manual de escalada que a lo largo de mi vida como escalador haya leído, siempre se hace referencia a la actitud positiva como aspecto clave para lograr el éxito en una ruta.

Pues bien, en lo que a escalada se refiere, yo peco de exceso de optimismo. Sin ir más lejos hace dos semanas, fuimos a escalar a nuestra querida "Paret de les Bruixes" y el sábado decidí probar la vía "Bon Viatge", un 8a de unos 35m con un paso a bloque en el centro y una curiosa entrada a la R. Lo demás, con una mano en el culo y la otra reposando del ácido láctico ya que hay por lo menos tres reposos para quedarte sin manos (bicho, en dos la rodilla sufre mucho) y cuatro o cinco reposos más en los cuales es mejor ni parar para tampoco aburrir al asegurador.

La cuestión es que la monto y a vista me caigo llegando al paso duro. La acabo de montar de trankis y mientras reposaba, comentando alguna cosa de la vía a Marieta, le digo:

- Yo creo que me va a salir

Ella ya esta acostumbrada a estos comentarios y supo poner cara de que se lo creía, pero a ver si algún día nos explica como lo hace para mantener esta apariencia tan serena mientras por dentro se descojona.

Creo que se ha evidenciado que caí, eso si, con dos cojones, pues el paso duró está yendo a buscar una regleta que está justo por encima de la chapa que suelo chapar cuando tengo en la cintura.

Por suerte el domingo estábamos aún en bruixes y deje la vía montada. Me cubrí de gloria y me puse a calentar en un 7c+. Como le había dado un pegue al final del día anterior, intenté de encadenarla, pero a media vía, me caí con tal complejo de Popeye por los brazos, que me juré que no calentaría nunca más en vías tan duras ( mi promesa duró una semana).

Después de que Marieta le diera un pegue al 7c+, me dispuse a darle un buen viaje a mi vía.

La temperatura era ideal, el sol aún brillaba a lo lejos, notaba las fibras de mis músculos debajo una gruesa capa de grasa que suelo tener en esta época del año (en invierno aún es mayor). Los movimientos se sucedían armoniosamente, pasé los metros anteriores al crux con más facilidad que el día anterior y reposé antes del paso (este si podría ser algo mejor).

Salgo del reposo sereno y confiado, un par de movimientos, cojo una presa buena con derecha, un rebote de hombro con izquierda, subo mucho los pies, cojo bien la pinza mala con izquierda, recoloco los pies, miro la regleta por encima la chapa y le lanzo. Clavado, me quedo en extensión y aguanto el cuerpo para que no salga disparado. Ahora solo hay que arquear y coger una buena tufa. Pues no, a volar, no pude cerrar el arqueo.

En definitiva y después de la crónica trepidante, me caí. Y en el siguiente pegue, más de lo mismo. Eso si, lleno de optimismo, el sábado 12 de Mayo volví curado en mi amor propio y convencido que le ponía el cascabel al gato, y el único que triunfó fué el arnés, que se estrenó con un saque más que interesante, que además se vió magnificado por la diferencia de peso (82 contra 47).

Ahora (y estoy hablando en presente), ya soy más prudente y digo que si vuelvo, quizás la encadene. Pero visto lo visto, parece que el paso es más duro de lo que me parecía a priori.

Como comentaba al principio, dicen que es bueno cuando uno escala que se vea a si mismo encadenando la reunión, cogiendo el canto del reposo salvador, ... Yo creo que mi problema, es que voy más allá y ya pienso en cual es la próxima vía que voy a probar.