Escoceses, venid a mi

Nunca he estado en Escocia, ni tengo planeado ir pues ni roca ni clima me atraen lo suficiente. Pero de un tiempo a esta parte mis volubles pensamientos se han posado sobre tierras escocesas en más de una ocasión. Desconozco la conjunción astral que estamos transitando para que día tras día descubra algo nuevo relacionado con los oriundos de ese país. Y por eso ahora intento ligar cabos, para ver a donde me llevará tanta casualidad escocesa.
Hoy llueve y, según las previsiones, no parece que vaya a mejorar demasiado en los próximos días. Típico escocés. ¿Lo veis? Más cosas, a los escoceses les encantan los Beagles…y a mi también! Increíble, ¿verdad? Por no hablar de algunos de mis libros favoritos, como los de Sherlock Holmes del escocés Conan Doyle y, también, la magnífica aventura de la Isla del Tesoro, de Stevenson. ¡Esperad! Hay más casualidades todavía; siempre me fascinó por igual el carisma de Willie el jardinero y del entrañable monstruo del Lago Ness. ¿Qué me decís a eso, eh?



Willie (ho haveu vist?) & Nessie

“Venga ya” estáis pensando los que me queréis (lo que pensáis el resto no me atrevo ni a escribirlo con los tiempos que corren). Pues vaaaale, esas eran las casualidades cutres que son una estrategia para que las que os cuente os parezcan menos malas.

Resulta que llevo unas semanas enganchada a Franz Ferdinand, que es un grupo de música escocés. Todo el día voy canturreando sus canciones (por dentro, que de viva voz me lo tienen prohibido) y hasta las tarareo mientras escalo. De hecho, este domingo encadené en les Bruixes un 8a a ritmo interno de estribillo escocés. Y, al bajar, conocí a una simpática escaladora, escocesa como los Ferdinand y geóloga como yo. Al día siguiente y gracias al blog de Eva López llegué a otro blog de entrenamiento que me tiene amorrada a la pantalla desde entonces. El autor es Dave MacLeod un escalador escocés de tomo y lomo. Os recomiendo encarecidamente una visita por su blog porque seguro que encontréis algo interesante sobre escalada o entrenamiento. Yo no paro de hacerlo y tengo ya la vista -atención al magistral juego de palabras- escocía.

Castillo escocés, seguramente lleno de fantasmas hasta la bandera.

Y ahora la casualidad escocesa más increíble de todas, que aunque no me ha pasado a mí, es digna de mención:
A finales del siglo XIX, un pobre agricultor escocés de apellido Fleming salvó la vida de un niño que se estaba ahogando en un pantano. El padre del niño rescatado, que era un hombre pudiente, fue a recompensar a Fleming el cual se negó en un principio a aceptar nada a cambio de su buena obra. El rico británico insistió y, finalmente, pactaron que la recompensa sería una buena educación para el hijo de Fleming: Alexander Fleming. Alexander se graduó en medicina y descubrió la Penicilina la cual, años más tarde, salvó la vida del hombre que de niño fue rescatado del pantano y que, de adulto, enfermó de pulmonía. ¿Y sabéis quien era esa persona a la cual los Fleming le salvaron la vida dos veces? Pues Winston Churchill.