El sábado variado y el domingo mojado

Resultados de la primera prueba de la Copa Catalana d'escalada de dificultat:

1. La lluvia
2. El granizo
3. La anulación
4. El robocob (Que alguien me ayude a levantar, po favó, que acabo de caer muy bajo)

Pues eso, justo cuando estaba a punto de realizar la mejor competición de mi vida, justo cuando me sentía en plena forma y sabía que nadie podía ganarme, justo entonces, va y me cae la primera gota de la tormenta en medio del ojo a 3 chapas de la reunión impidiendo así mi brillante actuación (no fue exactamente ESA gota la que me fastidió sino las que siguieron). Y ya sabéis, días tan buenos solo me suceden una vez cada mil años. Qué se le va a hacer…

Así que tras saber que la compe quedaba anulada me largo a buscar a Esteve con el que había quedado para largarnos ipso facto a escalar a Siurana, lo mismo que la semana anterior.
Al llegar a els Casots me paran los mossos d'esquadra. "Otra foto" pienso, pero no, resulta que me tengo que esperar un cuarto de hora hasta que pase "La volta catalana", o sea, un montón de tíos en bici. Qué emoción. En serio, me encanta el ciclismo de sofá. La mayoría de fans del ciclismo de mi generación lo son gracias a Indurain, pero mi caso es distinto.
Yo me enganché en la época del invencible Lance Armstrong, cuando, intentando dormir la siesta no podía dejar de admirar sus muslos sudorosos pedaleando por el Dauphiné (aunque mi favorito siempre fue Laurent Jalabert). Y así, rememorando esas calurosas tardes de julio ante el televisor (una vez me llevé la radio a escalar para oír la etapa, era enfermizo) me sitúo estratégicamente al final de una recta con la cámara de fotos.

Ale ale. Qué simpático ese del CSC, con sus gafas rosas.

No veas la cantidad de mossos d'esquadra motorizados y de coches de apoyo de equipo. Pero lo mejor, el colorido pelotón subiendo el puerto.
Guardando las distancias, me siento como en pleno Tour de Francia, salvo que de público solo estamos dos señoras mayores en un balcón, un Esteve en calcetines al que encima le tiran un botellín –afortunado mas con poco glamour- y la menda echando fotos.

El trofeo.

Mi preferido: uno que se había caído e iba en el coche de asistencia, el cual, debido a la lentitud y saturación de coches, motos y bicis, se para unos segundos a mi lado. Entonces, el guapo y pelirrojo ciclista que va sentado atrás me mira y me guiña un ojo sonriendo. Este hecho me deja admiradísima (y contenta para el resto del día), pues hay que tener una gran presencia de ánimo para, después de caerse y quedar fuera de la competición, estar guiñando ojos. A partir de ahora pienso hacer lo mismo.

Luego, nos vamos a Siurana donde montamos una vía cada uno con la intención de tener las cintas ya puestas para el domingo. JA JA JA. Y es que sufro como una madre imaginando las cintitas ahí, abandonadas de la mano de Dios, esperando aun a ser recogidas.
No sufráis pequeñuelas que pronto, muy pronto, volveremos a rescataros.

A Neula le entusiasma ir a Siurana pues sabe que su cadáver de cabra favorito la espera para ser mutilado de nuevo.