L'Auca

Ya he vuelto y ahora os atormentaré de nuevo con rimas y pareados, los cuales os dejarán, sin duda, emocionados. Y empieza así de currao:

Teníamos solo quince días para subir muchas vías.

Primero, Saint Léger, una escuela de la Provenza que me dejó un poco tensa.

El lugar es tipo Rodellar: con río, desplomes y chorreras; pero solitario y con alejes que te la pegas.


Después de deleitarnos oliendo la lavanda en plantación llegamos a Gap y ya vemos el paredón.

Es Ceüse, la escuela paradigmática donde queremos poner los dedos en práctica.

La subida es lo peor, que nadie mienta, por favor. Y afirmo: más de una hora de pateo es algo muy feo.

Con esa roca excelente y las chapas lejos nadie está para tirar los tejos.


Os presento a los cuatro vecinos, que si no escalaban, leían, los muy ladinos.

Cada día gente a porrillo y las presas tienen cada vez más brillo.


Entonces empezó a llover y a hacer frío y yo a comer y ya no me río.



Nos las piramos de Francia pero para nada diré que la estancia fue rancia, pues queremos volver a ese sitio donde llegar a cada reunión es un suplicio.

El próximo destino estaba claro: Rodellar nos iluminaba como un faro.

(ejem...hago aquí un inciso en prosa que el verso este me cansa hasta a mi. Resulta que sí, que no paraba de llover y huimos asqueados de estar pendientes del tiempo para subir a la pared. Que la cuesta era un coñazo con lluvia, sobre todo de bajada. Pero el sitio es de lo mejor, lo recomiendan 9 de cada 10 escaladores dentistas. Total, que entonces nos quedaban 7 días y nos fuimos a Rodellar que para nosotros es un valor seguro; cojo mi lira y sigo con lo mío...)

Asentiréis cuando digo que ver el delfín es un placer sin fin.

Rodellar estaba a reventar de turistas, escaladores y la tira de húmedos barranquistas.



En las ventanas escalamos con alegría y, por fin, encadenamos alguna vía.

Y después de escalar cada jornada, le dábamos al jugo de cebada.


Además, visitamos un fresco sector, San Martín, donde los amigos nos trataron con amor.

Pues sí queridos, estas han sido mis vacaciones que acabaron dos días antes por culpa de un catarro que, junto con la depre post-vacacional, me inhabilitó durante unas horas dejándome en un estado de empanamiento superior al habitual. Por suerte, el domingo ya estaba mejor y despedimos el evento escalando en Montserrat. No lo mencionaría si no fuese porque estuvimos en Les Guillaumes donde escalé ese 6c que tan feo me parecía antaño y que fue objeto de una "discusioncilla" con algún blogger ;) Debo reconocer cuan equivocada estaba (o, simplemente, que una va cambiando según vive) ya que ahora me parece una vía maravillosa.