lunes, 25 de julio de 2011

Chacales por Rodellar

Volvía ayer de Rodellar escuchando la radio mientras conducía, después de una semana de escaladas y relax. El asombro, en forma de mano en la boca tapando un ah, aparecía a cada nueva noticia que escuchaba –he estado un tanto desconectada y me he vuelto un tanto enrevesada, por lo que veo-. Que si la matanza de Noruega, que si Amy la ha palmado, que si el Tour lo ha ganado sorpresivamente el australiano Cadel Evans (curiosamente soy fan del Tour). Noticias que marcarán este verano y se entremezclarán con nuestras vivencias. Me gusta relacionar estas futuras efemérides globales con las mías, creo que es algo que hacemos todos, ni que sea inconscientemente. De este modo siempre recordaré que el verano del 2011 encadené mi primer 8b, Les Chacals, justo esa semana de julio cuando pasó todo aquello. Por desgracia las experiencias se van difuminando en el tiempo y al final solo queda el hecho en la memoria y poco más, de ahí que escribir sea tan útil (Francesc, segueixo els teus passos, ja ho veus).

Parte de la manada murciana escalando. Foto: Esteve Casas. Estado de gangrena de sus piernas: 9 sobre 10.

Pero centrándome en lo mío, como Umbral –yo aquí he venido a hablar de mi libro-, esta semana he descubierto algo difícil de deducir a primera vista, pero evidente en su resolución. Si tenéis algún amigo o amiga que encadene mucho ya solo queda preguntarle si es de Murcia. Si dice que no, o es de Manresa o miente. Estos días lo he podido comprobar “in situ” junto con un grupo de murcianos, yo los he llamado los Hunos de la escalada porque arrasan por donde pasan. Y como me he dado cuenta al momento de esa envidiable virtud (¿será por los productos de la huerta murciana?), rápidamente me he arrimado a ellos a ver si se me pegaba algo. Ha sido con Tere, murciana, claro, que hemos formado un equipo invencible. Porque, amigos, no solo hemos encadenado juntas y con estilo un 8b sino que además hemos sido capaces de darle a la indiaca (pelota rara con plumas) hasta cinco toques seguidos sin tocar suelo y casi ganamos a un niño de 10 años al Party Junior. Hemos peleado como leonas en cada prueba que el destino nos ha puesto por delante: desde el paso a bloque de la vía hasta tararear la maldita canción de los Simpson (aún me pregunto en qué fallamos para perder la partida…). Lo que os digo, las guerreras amazonas a nuestro lado parecen un atajo de marujas.

Tere, les Chacals y yo. Foto: Esteve Casas. Estado de gangrena de sus piernas: 15 sobre 10.

lunes, 11 de julio de 2011

Aportación capital

Ha llegado el momento de aportar algo provechoso a la humanidad, y no, no estoy hablando ni de tener descendencia (he dicho provechoso), ni de erigir un nuevo orden mundial donde los bancos den un interés mayor al 5% TAE (mi imaginación no tiene límites), ni de descubrir que la trola cambio-climática es el pozo sin fondo de la ineptitud humana donde los estadistas “invierten” parte de nuestro dinero (es mi pequeña obsesión, dejadme que yo no me meto con las vuestras).

Todas esas cosas pasan a un segundo plano ante lo que tengo que deciros. Redoble de tambor y luces, que cojo aire y lo digo de carrerilla: La importancia de llevar siempre una camiseta de manga larga en la mochila cuando vas a Sant Llorenç del Munt.
Sí, ese es mi generoso obsequio para las generaciones venideras.

Hace ya unos años, un caluroso día de verano, de esos en que las cigarras parecen haber enloquecido y el agua embotellada se calienta aunque esté a la sombra, fuimos a escalar a Sant Llorenç. Hasta ahí todo normal. Creo que llegamos al sector de el Mur Blau hacia las cuatro de la tarde y fue a eso de las seis que la niebla empezó a subir (y digo subir por decir algo ya que la muy cerda apareció espontáneamente), el viento a soplar y la temperatura a bajar. Y bajar. Y bajar. Lo pasé mal, como supongo que deducís de lo que he proclamado tras el redoble, avispados amigos. A partir de entonces me prometí llevar siempre ropa de abrigo en el zurrón, aunque en casa marque 33º C, aunque de subida al sector sude las tres cervezas de anoche, aunque el oráculo del tiempo anuncie anticiclón.

Foto del otro día, ¿el Mur Blau o la Tierra Media? No bastó la chaquetilla y me tuve que tapar con la funda de la cuerda.

Santllors es el paradigma de microclima, y además, de microclima impredecible -y cabrón-. Pues tan buen punto pasas de la humedad más pegajosa a andar perdido por Tierra de Mordor.

Este post va dedicado a Esteve, que, primario como buen tío duro (¿de mollera?) que es, si tiene calor antes de ir a escalar quitará cualquier prenda de abrigo de la mochila. Luego, si el dichoso microclima se torna maligno, intentará ponerse mi ropa… ¿Os suena aquello de “rasgarse las vestiduras”? Aplicadlo en sentido literal a él, y en el metafórico a mí, que no gano para chaquetas.

lunes, 4 de julio de 2011

Excusas

Voy a escribir de una vez que, después de aguantar primero quejas y luego regañinas por mi inactividad bloggeril, tengo miedo a represalias mayores. De verdad, no merezco tanto amor. Permitidme, queridas personas, que me excuse. Si os he dejado abandonados de la mano de Dios (¡que hasta Esteve ha contribuido con un post! Imaginad cuán chunga me veía) ha sido porque cambios estremecedores en mi entorno han acaparado mi distraída atención. Me teñí el pelo, por ejemplo. Esa frívola alteración capilar habría sido suficiente para trastocarme, pero cosas más gordas aun me han estado pasando: me pinté las uñas, saltó el esmalte mientras escalaba y las tuve que repintar. ¿Qué me decís a eso? Así que tras tanta metamorfosis inicio una nueva vida, lejos, por fin, de la ciudad y sus centros comerciales llenos de tintes y esmaltes de atractivos colores a precio tentador.

Lo mejor del verano es la soledad escalando en según que sitios...

Desde la última vez que escribí también han pasado muchos otros acontecimientos de menor importancia: se acabaron las competiciones, se acabaron los exámenes y se acabó el trabajo. Oficialmente ¡estoy de vacaciones! Y no sabéis cuánto me alegro de ello (desde que era un cachorro humano sin independencia en el desplazamiento que no tenía tantos días libres…). Y así, ociosa como Paris Hilton, me voy a dedicar básicamente a tres cosas: aprender a nadar (me he apuntado a un cursillo, esta vez voy en serio), aprender a cultivar (el huerto está que se sale, sí, que se sale de hormigas, pulgón y caracoles) y aprender a escalar (creo que este será el más gustoso aprendizaje del verano). Con tan febril actividad será difícil encontrar un hueco para el blog, pero a la que me pase alguna tontería digna de mención, ¡prometo escribirla!

Mientras, os dejo aquí unas fotos del último eclipse lunar, echadas desde el patio de casa. Una de ellas la eché mientras me hacía la manicura, a ver si adivináis cual.

Detalle curioso de la segunda foto, en la parte derecha inferior hay una línea de luces, es un satélite.