Hoy voy a dar rabia porque necesito explicar lo bien que lo llevo en general excepto el paso del tiempo. Esa manía de poner cifras a todo nos va a matar (en sentido literal). Hoy cumplo años, no diré cuantos porque me parece hasta obsceno. Yo me quedé en los 14 y cada vuelta que nuestro azul planeta da al sol me marea con otro año más en el currículum. Tengo el síndrome de Peter Pan, lo asumo gustosa, y me fastidia sobremanera cumplir años. No me gustó pasar de primaria al instituto, no soporté el día en que "me hice mujer" -horrible eufemismo para la sangre y el dolor: la matanza de Texas cada 28 días- (ho sento, però algú ho havia de dir), no me hizo ilusión cambiar el instituto por la facultad, y menos aun la facultad por el trabajo. No quiero crecer, ni madurar, ni envejecer. Puaj.
Pero dejando de lado mis manías personales, la fecha de mi cumple es la que es, y celebrarlo es lo mínimo que puedo hacer para sentirme un poco mejor. Y eso he hecho, con una pequeña ayuda de mis amigos, como la canción de los Beatles. Así pues, creo que nunca he celebrado tan a gusto un cumpleaños.
Ah...qué recuerdos, de la semana anterior, cuando aún era joven y me atrevía a coger fieras en brazos. Por cierto, la aterciopelada chaqueta es un regalazo que se marcó Helena, gràcies encant!Mi verbena particular empezó el sábado en
Tortosa, donde gané la primera prueba de la
Copa Catalana d'escalada, concretamente los festejos comenzaron en el podio, cuando se me entregó un lote satisfactoriamente lleno de productos autóctonos (queso, vino, miel, aceite... resumiendo, el paraíso terrenal). La verdad es que aunque no hubo mucha participación, la competición fue superior: vías de desplome rodellaril, nuevos horarios mucho más cómodos para los competidores, clasificatorias a flash y, sobre todo, compañía inefable e inagotable -gràcies-.
Clasificatoria en el super rocódromo de Tortosa. Impresionante desplome lateral que recorre el techo. Foto: Sergi ChavarriaY ayer estuvo aun mejor, si cabe. Por la tarde fui con Esteve a
Gelida, mi hogar en el sentido más amplio de la palabra. Gelida, aparte de ser el pueblo que me ha visto crecer, es la escuela de escalada que nos ha introducido en lo vertical. Pues ayer, vísperas de mi cumple, quería encadenar el que sería mi 8a número 30 (para más inri). La vía escogida: Amb la boca plena de sika. El primer octavo que vi en mi vida, habré pasado por su pie de vía cientos de veces para ir a escalar, pues está a la entrada del sector. Vía mítica para todos los de la zona. Total, me enrollo como una persiana (síntoma inequívoco de que ya estoy viejuna, perdonadme), que hice la ruta y al bajar, sorpresas del destino, conocí a su equipador que nos contó la historia de la vía, equipada hará unos 20 años. Os prometo que es de los encadenes más emotivos a nivel personal que he hecho nunca y me lo tomo como el mejor premio que me podía dar. Ahora bien, si alguien quiere regalarme algo más, ¡adelante! que no se corte. Los regalos nunca son pocos y los años siempre demasiados.
Eso sí, como decía Frank Sinatra "The best is yet to come".