sábado, 14 de junio de 2014

Teoría del verano

Definitivamente ha llegado el verano

A nosotros, concretamente, nos ha abordado a traición: hace un par de semanas empezábamos vacaciones por Rodellar donde todo eran humedades y aseguramientos con chaqueta. Las chorreras disparaban gotas a discreción que caían en nuestros despistados cogotes. Dormíamos con edredón. Éramos felices. Entonces, después de la simpática competición de Copa de España en Lleida de cuyo desenlace no quiero acordarme (o sí, lo hice mal y ya que estoy hablando de ello hago un inciso para animar el cotarro con un dato “esgarrifós”: los aseguradores oficiales no habían visto un grigri en su vida, así que lo de dar cuerda/recoger/pillar ya ni os cuento -algunas tuvimos la suerte de pedir un asegurador con experiencia y que se nos fuese concedido-) llegó el bochorno estival y sus daños colaterales. 

Los primeros días todo eran risas en manga larga y Neula no mostraba su lengua. 
Lo único positivo de la subida de las temperaturas fue que se secaron muchas de las vías, algunas de las cuales habían estado casi impracticables. Fastidiosamente, el resto de consecuencias fueron mucho más insidiosas; tanto como para echarnos de Rodellar e ir a buscar refugio en la guarida más fresca de los BTR: Bielsa
Esteve empotrando por las Ventanas.

Yo no sé vosotros pero a mí el calor me baja la tensión –si seguís el blog ya lo sabéis, en verano muero-. No obstante, aparte de este práctico don personal, hay ciertos parámetros que cambian (a peor) para todos y nos indican la llegada de la canícula:
  • Te conviertes en alquimista: el magnesio desaparece de tus dedos en segundos y se transmuta en agua.
  • Arf-arf-arf: los jadeos se oyen hasta en la sombra (y son de tu perro, normalmente).
  • A final del día la poca agua que te quedaba se la acaba de beber tu compañero. No sabes por qué pero lo odias.
  • Entrar en el coche/furgo te prepara para la titulación de segundo grado de faquir (caminar sobre las brasas es ese fresco paseo del curso anterior).
  • La gente va ligera de ropa. De acuerdo, eso no es malo pero pone malo a más de uno (y de una…).
  • Los pelos: miras hacia abajo y ves unas piernas peludas. Y oye, son las tuyas. Señal de que llevas pantalón corto y hace días que no te depilas pues estás de vacaciones, ergo, es verano. Rebuscado pero cierto. 
  • Los mosquitos. Hay personas que están tocadas por la mano de Dios y los mosquitos les ignoran mirándoles por encima del hombro. El motivo por el cual algunos recibimos toda clase de atenciones de tan punzante insecto lo desconozco pero tamaña injusticia debería juzgarse en el tribunal internacional de La Haya. 
  • Por una cerveza ma-tas.
  • Por último y por ello lo peor: escalas sudando hasta por los párpados, boqueando y resbalando como un boquerón recién pescado, agotado tras dos simples movimientos y sorprendido por tus propios olores corporales que te embriagan al levantar el ala. Encadenar así es casi un milagro.
Milagrosamente encadené Sierra de Guarras un 8a o 8a+ rabiosillo de Ventanas.
Y ¡que viva el verano!