miércoles, 19 de febrero de 2014

La Sanción de estar en nómina

Como si fuese una osa no amorosa tirando a irascible, prosigo con mi letargo invernal escondida en la oficina. Mientras tanto, otra gente disfruta de sus escaladas al sol (o a la nube) de febrero. Malditos. Por las noches los observo a la vampiresca luz del portátil: cuelgan sus fotos en Facebook, sus encadenes en 8a.nu o me lo cuentan directamente –a la cara, sinvergüenzas-, consiguiendo que mi percepción de auto-pringadez aumente y piense que el trabajo es el nuevo esclavismo (y el viejo, en fin).  

Y aunque cuento esto, estoy contenta como unas castañuelas. No por nada concreto, soy así, no hay manera de estar triste aunque le atice al rico pacharán de Esteve –y eso que dicen que el alcohol es un depresivo-.

Bien, como no tengo nada rocoso que contar, hagámosle un gracioso rizo al post anterior: gracias a la colaboración ciudadana –cada día más difícil de ver en el mundo del blog- tenemos aquí información recién salida del horno. De 1974, para ser más concretos (¿qué son 40 años ante la vida de una estrella, el loro de Churchill o la mosca común? Pues nada, media vida y mucho, respectivamente). Sí, yo también comienzo a sospechar que no son solo endrinas lo que le echó Esteve a su rosado brebaje…

Recentrándome en el tema de la Sanción del Eiger, observamos esta curiosa foto del amigo Clint con Messner y Habeler después de conseguir la ascensión más rápida a la Eigernorwand. (Gràcies Cristobal i Víctor per compartir vostra sabiesa)

Sr. Estilo junto a un Reinhold peinado a lo Beatle.  Los de atrás y la rubia son también actores. Habeler es el bajito de la derecha.

Y dicho esto, si alguien más quiere contarme lo bien que se lo ha pasado trepando que hable ahora evidenciando su maldad y poco estilo o que calle para siempre, como el buen samaritano o el mudito de los hermanos Marx. 


Para acabar, fijaos en este anuncio de Messner y Hillary, que no tiene nada que ver ni con el post ni conmigo (soy más de Casio) pero sorprende por su ingenioso lema y por su parrafada que lo distingue de los anuncios photoshoperos de hoy en día.