martes, 21 de mayo de 2013

Punción seca y punción húmeda


Ayer me enteré de algo muy curioso (y no me refiero al vacío perfecto que existe en la cabeza del señor Wert). Resulta que se está poniendo de moda un método alternativo para emborracharse: ahora lo más cool es pegarse la taja usando tampax empapados de alcohol. La cosa consiste en mojar el tampón con, pongamos, orujo e introducirlo por algún orificio próximo a las ingles; luego, las mucosas anales y/o vaginales absorberán el alcohol y, tampax mediante, te sentirás libre y segura a la par que contenta y escocida sin haber probado ni gota. Además, podrás cantar Asturias patria querida sin atufar al de al lado ni vomitar en la acera. Sin duda un descubrimiento muy útil para la humanidad.

Otro descubrimiento curioso y, me atrevo a afirmar que, más beneficioso, es el de la punción seca. Hace un par de semanas lo probé en mis carnes así que os cuento la experiencia: durante el Open de la Salle me empezó a doler intensamente la segunda falange del dedo anular. No soy mujer de fisios pero el dolor y la perspectiva de seis competiciones seguidas me movilizaron para buscar una solución rápida. Así que me puse en manos de Fèlix y ahora, con solo una sesión, el dedo está casi perfecto. Al grano. Fèlix me explicó la técnica, que consiste en clavar una aguja muy fina hasta llegar al punto contracturado –o punto gatillo- y, una vez clavada, menearla adecuadamente. En el momento del pinchazo estaba rígida como una muerta, pero la sensación indolora durante la introducción agujil me relajó un poco. Entonces llegó el momento fatídico en el que noté como un objeto punzante sí identificado clavado en mi antebrazo estimulaba el movimiento espasmódico de mi angustiado dedito. Yo quería aguantar estoicamente pero mi posición corporal semejante a la niña del exorcista delató mi baja tolerancia al dolor. En resumen, es una técnica muy efectiva pero os juro que la próxima vez que me puncionen secamente, me llevo un paquete de támpax y una botella de JB a la consulta y me hago la punción húmeda ahí mismo.

La bolsa aun no se había revelado
Finalmente, os cuento un acontecimiento más, también de índole curiosa. Estaba yo tan contenta en la compe de Zaragoza: reencontrándome con las amigas, calentando, visualizando la vía y demás cosas típicas que suelen hacerse en una competición. Al llegar mi turno y empecé a subir y me noté bien: relajada y concentrada. Entonces, oí como el speaker (también conocido como “el del micro”) empezó a decir cosas. Cosas raras, la verdad. Cosas sobre mí que me hacían aguantar la risa y preguntarme sobre la fuente de información de ese buen hombre. "Ahí está compitiendo Marieta Cartró, de la selección catalana, una triunfadora y firme aspirante al podium". Yo estaba por girarme y decir: ¿es que tenéis pensado matar a la mitad de competidoras? En las competiciones de España acostumbro a quedar siempre en medio del ranking así que no entendía porque este hombre estaba poniendo tantas esperanzas en mí. Justo cuando estaba a punto de dejarme convencer por la retórica del speaker y creerme sus motivantes palabras, la bolsa de magnesio decidió separarse de mí constatando que la gravedad continuaba siendo de 9,8 m/s². Pero seguí escalando, claro, pues tenía al speaker emocionado con tal experimento físico. Entonces, a cuatro movimientos del top, en un fatídico movimiento, caí. Y no por falta de magnesio ni por ser la preferida del speaker en ese momento, caí por no poder hacer el paso, por falta de fuerza. Eso sí, ya que iba a emular a la bolsa de magnesio, al menos hacerlo de manera heroica: quemándome la pierna con la cuerda. 

Por suerte, no todas las competiciones son tan accidentadas para mí, pero es verdad que siempre hay alguien que pringa: desde el que se le caen las gafas, hasta el que se le engancha el pie de gato en una cinta. Como dijo Einstein (o quizá fue Rambo?), la vida es peligrosa.
Campionat de Catalunya, Sant Cugat. Una competición que discurrió tranquilamente.

sábado, 4 de mayo de 2013

Competir para ganar


¿Os acordáis cuando colgaba aquí, en este alegre espacio virtual, todos los resultados de las competiciones? Ah, buena memoria la vuestra. Yo también lo recuerdo aunque preferiría olvidarlo. No obstante, ahí está y es parte de mí, como las espinillas o como los pelos en las piernas, para qué negarlo. Cuando me pongo nostálgica y leo esa retahíla de clasificaciones en entradas antiguas, pienso, ¿era yo quién lo escribía o se trataba de una posesión de algún espíritu zopenco?

En cualquier caso, parece que ahora ya no me interesa tanto publicar ese tipo de información –aguda observación-. La cuestión es que de un tiempo a esta parte he descubierto que me encanta competir, más allá del resultado final. Imagino que cuando empecé lo hacía con la motivación de llevarme algún precioso y decorativo trofeo de plástico dorado pero, dado mis escasos éxitos y mi pragmatismo recalcitrante, readapté el objetivo para competir por algo más que no fuese ganar. Digo yo –porque no acabo de estar segura- que será por eso que ya no relato los resultados de la mayoría de las compes a las que voy. Total, que a lo largo del tiempo me he dado cuenta que participar en las competiciones me enriquece más que una pastilla de avecrem. Llueva, nieve o haga sol (esto último es metafórico). Lo que quiero decir es que se puede ganar sin ser el primero.

Foto de Quim Hernàndez en la Sala Golem durante la segunda competición de escalada (Copa catalana).
Todo esto que os cuento, y que parece sacado de un libro de autoayuda barato, lo hago a modo de terapia preparatoria para las seis competiciones seguidas que me esperan a partir del sábado siguiente. Vamos, que es como si estuviese cogiendo carrerilla para sacar lo bueno y mejor de una mala actuación en compe (que la habrá, doy fe que la habrá). De acuerdo, esta no es la mentalidad ideal para ganar, pero, caso de perder, te asegura seguir contenta y aprender, que es de lo que se trata. Sí, hoy estoy optimista, basta de penas, a tomar por culo a Dickens!

Pues bien, aunque aun quedan bastantes competiciones ya he hecho varias:

Cursa de bombers: ¡aja! Esta no os la esperabais, eh? Éramos 27.000 personas, no digo más. Es la muestra fehaciente de gente que compite por el placer de superarse a sí mismo. Pues ahí estaba yo, contenta entre la muchedumbre de haber mejorado mi marca de 10km en 2 minutos (es decir, la friolera de 53 minutos). Regalaban galletas y eso me moló; vi piernas torneadas y eso me moló aún más; me hice una foto con los bomberos y aquí el verbo molar se queda corto.

Open bloc dels Bous de la Salle: 550 personas, diré algo más (es para ser más coherente que en el parágrafo anterior). Está claro que la escalada, aunque aumentando en popularidad, continua sin ser un deporte de masas como correr (y menos mal). Fantástico Open, con las espectaculares estructuras de Gárgola, al que la lluvia fastidió la última tarde; por suerte, también había bloques indoor. Los de Namuss Films han hecho un vídeo promocional al más puro estilo Tarantino. Si estuvisteis ahí es probable que os encontréis en el vídeo.
9è Open Bloc Bous de La Salle 2013 from namussfilms on Vimeo.

Copa Catalana d’escalada de dificultat: llevamos tres pruebas donde doy fe del buen nivel de las nuevas generaciones. Difícil lo tengo para seguir el ritmo a estos seres adorables que son una fuente de motivación -y de hormonas- muy apreciable a los que ya he cogido cariño. A falta de una prueba creo que voy tercera (Dios! La posesión en mí otra vez!).
Foto de Pascal Hanrion en la Panxa del Bou durante la primera competición de escalada (Copa catalana).

Copa Catalana d’escalada en bloc: una sola prueba hasta ahora, en La Salle. Decididamente, las competiciones de bloque son mis favoritas porque se aprende mucha gestualidad, y más con el sistema actual donde se puede mirar y comentar los bloques con las otras competidoras. Los bloques eran muy buenos y técnicos, así que observar a mis compañeras y recibir los consejos de súper Maud, fueron claves para encadenar algunos de los bloques.

Foto de Quim Hernàndez en la Salle durante la primera competición de bloque (Copa catalana).
Como colofón, lo que dijo el bueno de Churchill nos viene al pelo: el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse.