martes, 4 de agosto de 2009

Por los prados

El valle del prado, Mattertal, así es como le llaman los suizos alemanes al valle donde se hallan la pintoresca población de Zermatt y la montaña más fotografiada del mundo: el Cervino. Me llama la atención que el apodo alemán del archiconocido monte -Matterhorn-, venga a significar 'la montaña del prado'...y ¡menudo prado! del prado empinado sería bastante más apropiado; pero no seré yo quien contradiga a los oriundos del lugar que dan miedo hasta cuando son agradecidos: dicen 'danke' pero a mi siempre me suena a 'tanque'.

Mi tío, un licenciao alpino, y mi padre...un verdadero Doctor honoris causa en organización y conocimiento de la montaña: moltes gràcies!

A lo que iba, Zermatt guarda mucho encanto aunque parte de él sea artificioso o forzado ya que el turismo es su única y abundosa fuente económica. Pero aunque haya perdido parte de la autenticidad que pueda tener, por ejemplo, la cercana población de Saas Fee, a mi no me molesta ni pizca y me dejo encandilar dócilmente por ese decorado alpino perfecto. Nunca jamás he visto un lugar tan rabiosamente bucólico con el aliciente montañero y geológico de la veintena de cuatro miles asediados por glaciares que rodean la zona. Pues en ese paraíso de nieve, roca y florecillas campestres hemos pasado está última semana. Por ahí he triscado junto a mi padre, tíos, prima y amigos.

Es la primera vez que éramos más mujeres que hombres (8 a 6), los italianos flipaban.

En cuanto a nuestra actividad alpina, se han subido tres cuatro miles: Castor (4.228m) , Pollux (4.091m) y Alphubel (4.206m), y un tres mil: Platthorn (3.345m); hemos hecho una vía ferrata de 4-5 horas (Klettersteig Schweifine -anda que no se quedan a gusto con esos nombres-) y también una excursión al refu del Cervino (Hornlihütte, 3.260m).

La ferrata, muy recomendable.

Las piernas, al contrario que las neuronas -que las pobres acusaron la falta de oxígeno-, me han quedado muy tonificadas, por así decirlo. Estoy segura de que este año la cuesta de Céüse será menos "costosa" (ya sería triste que después del tute alpino no suba el desnivel de 500 metrillos de na con alegría, ni que sea subir con una tímida sonrisa, no pido más...pero la intuición me dice que voy a sacar la lengua igualmente, en fin...)
Y para volver con alegría y un buen recuerdo de Zermatt, me he traído un reloj -en Suiza hasta el más tonto hace relojes, dicen-, chocolate -regalo original donde los haya-, un par de pongos -regalo original y cabrón donde los haya- y un catarro de tos y estornudos que parece aterrar a todo el mundo. La gente huye de mi lado mientras yo insinúo que he pillado la gripe A. Una ya no puede ni resfriarse tranquila.

Aquí con Rous, otra que ahora mismo pasea su catarro -si es que hasta eso hacemos juntas, qué cansinas- por NYC.

La grande cordée, dicen, pero y si llega a caer una en la rimaya o en la arista, las otras dos van detrás fijo...Eso es amistad (o falta de fuerza) y lo demás son tonterías.